La esposa prometida

Crítica de Gabriela Avaltroni - Función Agotada

Rama Burshtein es la primera directora perteneciente al judaísmo ultraortodoxo en filmar una película. La realizadora para poder mostrar el mundo al cual pertenece contó, previamente, con el aval de un rabino y de su marido. La Esposa Prometida o la traducción de su título original Llenar el Vacío (Fill the Void), es una apertura para dar a conocer un mundo tan cerrado y jerarquizado como el judaísmo jasídico.

La historia comienza con Shira, la hija más chica de la familia, que ya está en edad para casarse. Cuando todo estaba perfectamente planeado, su hermana mayor muere al dar a luz, dejando a su esposo solo con un recién nacido. La única solución para este mal, es que Shira contraiga matrimonio con su cuñado, así todo sigue quedando en familia.

Burshtien, no realiza La Esposa Prometida con la intención de denunciar lo que sucede en esta comunidad situada en Tel Aviv sino la de mostrar un drama centralizado en el matrimonio. Tampoco se cuestiona la falta de deseo o pasión, simplemente la claridad para poder elegir qué opción será la mejor para su porvenir. Casarse con su cuñado, a quién quiere pero no ama y poder cuidar de su sobrino/hijo o esperar otro candidato que sea aceptado por ambas familias, siempre que no llegue demasiado tarde.

Tan delicada como sutil, La Esposa Prometida explora la vida marital en la comunidad judía ortodoxa.
Hadas Yaron, la protagonista de esta historia, es la única actriz profesional del reparto. El resto del casting, está integrado por personas pertenecientes a la comunidad, que simplemente actuaron de ellos mismos, usando sus atuendos diarios para acompañar una historia tan normal para su entorno y tan dura para el resto de los heterodoxos.

Lo que logra su directora por medio de sus rituales, rezos y cantos es abrir una ventana para dejar que el espacio exterior pueda, sin lugar a críticas, contemplar la vida desde otra perspectiva.