La esperanza de una nueva vida

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

El director italiano Andrea Segre es mejor conocido por sus filmes documentales, varios de ellos que giran en torno a la problemática social. En “La esperanza de una nueva vida” prueba suerte en la ficción, pero sin embargo no abandona su estilo característico, y a lo largo del filme se notan sus orígenes, lo cual nos hace sentir cómodos.
La historia no es novedosa y no busca serlo, la protagonista es Shun Li (Tao Zhao) una inmigrante china en Italia, que como suele suceder con muchos inmigrantes provenientes de países de Oriente, es traída por un “amo” que la ubica en distintos trabajos, y al que debe rendir cuentas ya que adeuda el dinero del viaje.
Así, Shun primero trabaja en una fábrica textil en Roma, y luego es cambiada a un bar en la zona pesquera de Chioggia en el cual trabajará como camarera. A ella no le importa el maltrato del ambiente, ni todas las pruebas por las que debe pasar, su único objetivo es traer a su hijo que aún vive en China, y para eso parece dispuesta a casi todo. En Chioggia, Shun conocerá a Bephi (Rade Sherbedgia), otro inmigrante pero más asentado de la ex Yugoslavia, recio pescador, el cual parece no tener ningún tipo de vida social hasta que conoce a nuestra protagonista con la que extrañamente entabla una amistad casi de inmediato y algo más.
Segre parece centrarse en dos flancos, por un lado las charlas entre los dos personajes que van de poesía, arte y vida social (esto en un término muy amplio), y en cómo se acrecienta la relación entre estos dos seres incomprendidos por el resto; y por el otro lado el foco en el ambiente (la hostilidad hacia los inmigrantes, las cuestiones económicas, etc).
La esperanza de una nueva vida es un drama duro, de ritmo lento, pausado, y reflexivo; no esperen grandes acontecimientos, la riqueza está más en los diálogos (algunos parecen triviales pero no lo son) y en mostrar una relación despojada, con simpleza. Como buen documentalista, Segre captura momentos de belleza con su cámara con paisajes al borde de lo bucólico.
Es “La esperanza de una vida nueva” una obra paisajista, melancólica, y eso queda plasmado en la cámara contemplativa de su director. Simple y directa, no será una película que sorprenda a su público, tampoco que cautive con grandes logros; es tan simple como los personajes que muestra. Es cierto que hay muchas películas que tratan una temática similar, y Andrea Segre parece buscar destacarse bajo una premisa minimalista, detallista. Si lo que se busca es un film contemplativo, calmo, que hable tanto de las relaciones humanas como de la extrapolación de una persona en un entorno que no la comprende, este es un film que tiene algo que ofrecer.