La esperanza de una nueva vida

Crítica de Fernando López - La Nación

En este primer film de ficción del celebrado documentalista italiano Andrea Segre coexisten los dos asuntos por los que ha evidenciado especial interés tanto en sus films como en los artículos y libros que ha publicado en su condición de sociólogo: la migración a Europa y la periferia multiétnica de Roma y del Veneto, su región natal. Precisamente en esta última, más exactamente en Chioggia, modesto puerto de pescadores en la laguna veneciana, ha ambientado la sencilla y conmovedora historia del encuentro de dos almas solitarias, la historia sensible, honesta y dulce de una amistad que podría ser amor si no lo impidieran las barreras del prejuicio y la xenofobia.

Hay mucho en común entre la mujer china y el pescador eslavo que protagonizan esta suerte de fábula. Shun Li llega de uno de esos talleres de Roma donde cose decenas de camisas por jornada con la esperanza de que, cuando haya ganado lo suficiente para saldar su deuda, esos inflexibles compatriotas suyos que la esclavizan harán posible el viaje de su hijo de 8 años, que ha quedado en China al cuidado del abuelo. Son ellos los que en el comienzo del film le asignan otro destino: Chioggia, donde atenderá un bar frecuentado por pescadores. Entre los cuales está Bepi, un hombre bastante mayor que ella venido del Este y afincado en la laguna desde hace más de 30 años.

A la afinidad que se manifiesta pronto va sumándose el descubrimiento de las cosas que los unen. Ambos son extranjeros y están solos, aunque a los dos la distancia los separa de sus hijos: ella es madre soltera, Bepi ha quedado viudo no hace mucho y su hijo, padre de un chico, vive en Mestre, adonde él no quiere mudarse; al eslavo le dicen El Poeta por su facilidad para hacer rimas; Shun Li ama al legendario Qu Yuan y celebra el festival de los poetas. Además, los dos descienden de varias generaciones de pescadores.

Lentamente, la relación va extendiéndose más allá de los diarios encuentros en el bar donde Bepi y sus compañeros van a beber sus grapas. Cuando sus explotadores le niegan a Shun Li un rato libre para salir a comprar un regalo de cumpleaños para a su hijo y enviárselo, el pescador le ofrece el teléfono de su casa. La desconfianza con que los demás parroquianos y no poca gente del pueblo observaban a la exótica oriental se vuelve franca sospecha; nadie cree que lo que la liga con el viejo Bepi es solo una simple amistad; el choque es entre la nobleza y la pureza del sentimiento que une a los dos extranjeros contra le mezquindad del prejuicio. El de los italianos y el de los chinos.

El film se beneficia gracias a la mirada atenta y aguda del documentalista, que sabe cómo transmitir el vacío cotidiano de un rincón de provincia cerrado y atemporal y a la sensibilidad del narrador que puede exponer en precisas pinceladas tanto la inquietud interior de estos personajes que se amparan mutuamente como su necesidad de afecto, común a todos los humanos, pero más urgente cuando lo que se busca es ser aceptado por una comunidad que mira al extranjero con hostilidad no siempre disimulada.

Los admirables trabajos de Tao Zhao, la preferida de Jian Zhang Ke ( Naturaleza muerta, Platform ) y del actor serbo-croata Rade Serbed?ija, cuyo amable rostro Hollywood ha hecho familiar son tan fundamentales como la luz cálida, melancólica y a tenuemente poética con que Luca Bigazzi baña el paisaje inefable de la laguna veneciana en aquella zona donde no hay turismo sino pescadores e inmigrantes.