La esencia del amor

Crítica de Ximena Brennan - EscribiendoCine

Una canción para ella

Esta no será la primera vez que una historia sobre la importancia de la música en la vida llegue a los cines. La esencia del amor (Song for Marion, 2012) es una de esas películas que puede parecerse a otras, pero que logra el objetivo de compenetrar al espectador con el plus de un elenco formidable.

La trama se centra exclusivamente en la personalidad de Arthur (Terence Stamp), un jubilado gruñón a quien le cuesta disfrutar de las pequeñas cosas de la vida hace ya mucho tiempo, y quien se emperra en hacerle entender a su mujer, enferma de cáncer, que no hay nada más tonto que cantar en un coro (y más a su edad).

Sobre esa premisa, el film dirigido por Paul Andrew Williams es lacrimógeno y lleno de golpes bajos pero su punto fuerte radica en su sensibilidad y respeto hacia la etapa de la vejez. Tal es así que en ocasiones recuerda a la película de Michael Haneke, Amour (2012).

A pesar de esto, La esencia del amor no es sólo una cinta sobre y para la tercera edad. La música juega un papel muy importante, casi principal. En una época en la que los tiempos nos corren, las horas pasan rápido y rara vez puede uno sentarse a disfrutar de alguna melodía, el cineasta inglés viene a rescatar el arte musical.

¿Y el amor?. Como indica su nombre, la película relata las manías de una pareja de compañeros de casi toda la vida y el difícil momento cuando uno de ellos abandona este mundo. La excelente actriz Vanessa Redgrave, muy bien caracterizada para su papel, siempre sorprende con su talento y combina a la perfección con el personaje malhumorado de Terence Stamp. La perseverancia, la lucha y la soledad son los sentimientos que más se encontrarán en esta obra solemne.

A pesar de sus muchos elementos positivos, hay que reconocer que la película de Williams, a pesar de su mensaje esperanzador, es de esos dramas duros. Además de la enfermedad, la muerte y el después, el espectador tendrá que pelear contra emociones encontradas todo el tiempo. Con un desenlace algo previsible, el film brilla por su esencia.