La esencia del amor

Crítica de Fernando López - La Nación

Dos buenos actores no hacen un buen film

Dos buenos actores no son suficientes para hacer una buena película. Sí pueden, como en el caso de Vanessa Redgrave y Terence Stamp y esta endeble historia sentimental sobre una pareja de la tercera edad, disimular un poco las flaquezas y las convenciones de un guión al que se le nota demasiado la voluntad de complacer a la platea, preferentemente la más madura. Lejos de responder al pretencioso título que recibió en la versión local, el cuento se interna en la vida de Arthur y Marion, que pese a sus diferencias y gracias a un cariño que se percibe sincero han sabido mantener una convivencia prolongada y armoniosa.

El es retraído, lacónico, poco sociable, algo gruñón e incapaz de exteriorizar sus sentimientos aunque vive pendiente de las necesidades de su mujer, enferma terminal. Ella, a pesar de que su salud se deteriora día a día, es alegre y luminosa, una enamorada de la vida, lo que se manifiesta en el entusiasmo con que participa del coro de jubilados de la comunidad, al que su joven directora está poniendo al día en materia de repertorio popular. En vano esta animosa muchacha procura contagiar el mismo fervor en el hombre y atenuar su callada tristeza, a la que no debe ser ajena cierto conflicto que nubla su relación con el único hijo de la pareja. Marion, más allá de su debilitada energía, se ha convertido en el alma del grupo de veteranos cantantes, que están a punto de participar de un certamen local. Ocasional solista, es, claro, querida por todos, lo que da para imaginar el destino que le espera.

No es lo único previsible en un film donde no falta, para aligerar el tono, los chistes sobre gente mayor y los momentos musicales. También abundan los lugares comunes en la misma medida en que escasea el rigor en la elaboración de personajes y la imaginación en la puesta en escena. A Vanessa Redgrave y en especial a Terence Stamp (cuyo personaje exhibe más desarrollo en términos dramáticos) les cabe el mérito de hacer que sus criaturas alcancen relativa vibración humana en medio de tanta convención y que de a ratos hasta resulten algo conmovedores.