La entrega

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Michaël R. Roskam, el director belga de aquella interesantísima “Bullhead” (2011), nominada al Oscar a mejor película de habla no inglesa, se mudó a Hollywood. Parece que vive ahí ahora. ¿Qué tendrán los aviones que llevan directores del mundo a trabajar allí? Debe haber una especie de filtro en la aduana que traba la originalidad sin poder pasar por migraciones. Empero, algo entra con ellos de todos modos: el ADN artístico. No se puede embargar el ADN artístico, y por esa razón “La entrega” es un producto contagiado de conservadurismo, pero con personalidad propia y el gancho inevitable de ver el último trabajo de James Gandolfini.

Bob (Tom Hardy) es de Brooklyn. Al comenzar la historia su voz en off nos avisa que en toda el área la noche funciona como refugio clandestino para trasladar dinero mal habido por parte de la mafia. Los italianos pasaron de moda, los irlandeses andan borrachos, los rusos ya están vistos. ¿Qué tal Chechenos? La mafia chechena. ¡Sí, señor!

Bob es uno de esos tipos que trabaja en silencio, observa, razona. No habla mucho. Cabeza gacha y a ganarse el mango trabajando toda la noche sirviendo en el bar de Marv (James Gandolfini), otro curtido en la noche que desde las sombras del local, y de su pasado como apostador-con-boca-demasiado-grande, también trata de pelearla. Luego de cada noche, Bob vuelve a su casa ocupado con sus pequeños grandes dilemas. Una de esas mañanas encuentra dentro de un tacho de basura, perteneciente a una casa, un cachorro de bulldog. Nadia (Noomi Rapace) atiende desconfiada, pero solidaria. Algo hay que hacer con el perrito. Hay que cuidarlo, pero Bob parece perturbado por la posibilidad de asumir el riesgo de tener que cuidar de otro ser.

Una noche el bar es asaltado y allí descubrimos quienes son los dueños. El jefe, Chovka (Michael Aronov), deja en claro, amenaza mediante, que quiere su dinero de vuelta. Los dos americanos, amenazados por chechenos en su propio barrio. La cosa ya no es lo que era.

Michaël R. Roskam tomó el guión de Dennis Lehane (basado en su propio cuento) y entendió que si había algo diferente para aportar a una historia común y corriente, esto pasaba por los personajes. Sus miedos, sus conflictos, su historia, qué los llevó a donde están ahora y qué van a hacer con su nueva circunstancia. A todos les pasa algo que los saca de su rutina y los pone en un lugar incómodo para resolver lo nuevo.

“La entrega” es un recorrido por la estructura de los intervinientes en la historia. Salvando las distancias, está bastante cerca del cine coreano de estos tiempos. Este factor es el que funciona como elemento sorpresa de la historia. Sabemos que algo no anda bien, pero no sabemos cuándo va a estallar si es que eso sucede.

Todo funciona mejor por su elenco. Tom Hardy ofrece un trabajo de nominación al Oscar, su Bob es tan impredecible como coherente. El actor de “Sin Ley” (2013) se pone su personaje al hombre y lo lleva por donde quiere. Hay momentos en los que la economía de gestos es tan constructiva como enigmática, a la par de lo hecho por Jake Gyllenghaal en “Primicia Mortal” (2014), estrenada hace un par de semanas. Los de reparto entregan una gran solidez. Al verlo uno concluye lastimosamente que se van a extrañar tipos como James Gandolfini, pues su presencia en la pantalla siempre levantan todo un poco más.

Un drama con elementos del policial negro que dejan ganas de revisar nuevamente el género. Todavía no se perdió del todo, y esta producción así lo demuestra.