La educación del Rey

Crítica de Laureano Manson - MDZ Online

La ópera prima del talentoso mendocino Santiago Esteves se presenta desde este jueves en Cinemark, tras un aclamado recorrido internacional. Concebida inicialmente como serie para la Televisión Digital Abierta, y presentada en la pantalla chica local por El Siete a fines de 2016, La educación del Rey recibió también ese año el premio Cine en Construcción dentro del prestigioso Festival de San Sebastián, galardón que abrió las puertas para que esta producción rodada en Mendoza llegue hoy a las salas del país, y próximamente tenga distribución en España, tanto en cine como en tv.

Como sucede con cualquier creación que pasa de un código a otro. Desde una novela, obra de teatro, o episodio real que es adaptado para la pantalla grande, lo pertinente es despojarse del material de origen, en este caso la serie televisiva. Obviamente, quienes hayan visto todos los capítulos de La educación del Rey sabrán de antemano de qué va la historia, pero lo cierto es que la película escrita por el propio Esteves junto a Juan Manuel Bordón, tiene valor como hecho artístico autónomo y logra levantar por lo alto las más dignas cartas del lenguaje cinematográfico.

Sin mayores rodeos, el relato nos zambulle en las consecuencias de un robo fallido, cuando Reynaldo (promisorio debut protagónico de Matías Encinas) escapa de la policía corriendo por calles y techos, hasta caer en el jardín de Vargas (superlativo Germán de Silva), destruyendo el vivero que el hombre construyó laboriosamente para su esposa. La película arranca con un par de cabos de verosimilitud sueltos, que logra subsanar rápidamente con creces. Por un lado, el hurto es encomendado a un adolescente sin historial sólo porque es muy delgado, cuando sus dos secuaces (uno de ellos hermano del protagonista), están más experimentados en el delito, y ostentan la misma contextura física. Por otro, la reja de una ventana de la escribanía donde se encuentra el botín, está prácticamente sin amurar a la pared. De todas formas, estos detalles no empañan la progresión de una película que desde los primeros minutos define su tono con absoluta precisión, sin abundar en vueltas de tuerca innecesarias.

Esteves concentra con maestría la historia narrada en su propia serie de tv, prescindiendo de subtramas familiares y descriptivas, para dar justo en la tecla con la química entre los protagonistas. Sabemos la procedencia de Reynaldo desde el principio, en cambio paulatinamente vamos conociendo los repliegues de Vargas, un recién jubilado que se desempeñó durante años como seguridad a cargo del transporte de caudales. Entre ambos, labran un vínculo de compañerismo e interdependencia. El adolescente necesita un refugio, mientras que el ex vigilante encuentra en el incipiente delincuente una motivación para empezar a transitar su vida fuera de la cotidiana rutina laboral. El director traza el vínculo entre los personajes con absoluta franqueza. Se trata de un relato de iniciación, pero la "educación del Rey" a la que alude el título, jamás decanta en el sermón aleccionador. A su vez, cuando el conflicto se desplaza del mencionado robo hacia sus conexiones con la corrupción policial y judicial, el relato conserva su tono de sobriedad sin la necesidad de subrayar por demás los detalles de la trastienda del delito.

A los notables protagónicos de Germán de Silva, quien ya había dado sobradas muestras de talento en films como Relatos salvajes y Las Acacias, junto a la convincente labor del debutante Matías Encinas, se suman secundarios revelación como los de Mario Jara y Martín Arrojo; junto a nombres de larga trayectoria en las tablas locales como Marcelo Lacerna, Elena Schnell y Manuel García Migani.

Más allá de la concisa narración, el debut de Santiago Esteves logra balancear todos los elementos formales con austeridad y clasicismo. El cine de Clint Eastwood aparece como uno de los puntales de referencia, en una película que saca provecho de diferentes locaciones mendocinas sin distraer al espectador del meollo del asunto, apelando a una puesta rigurosa, ensamblada con una ajustada musicalización de Mario Galván, que jamás resulta intrusiva. La principal virtud del primer largometraje de este realizador mendocino, consiste en la puesta en marcha de la premisa "menos es más", saludable precepto que suelen esquivar tanto algunos directores debutantes como otros consagrados, que a veces quedan a mitad de camino entre las pretensiones que esbozan en su recorrido y el malogrado resultado final. Esteves en cambio, lanza su primera carta con buen pulso narrativo y nobleza cinematográfica, dos razones más que válidas para que el público local acompañe a este notable estreno.

La educación del Rey / Argentina-España / 2017 / 92 minutos / Apta para mayores de 16 años / Dirección: Santiago Esteves / Con: Gemán de Silva, Matías Encinas, Jorge Prado, Mario Jara, Martín Arrojo, Elena Schnell, Walte Jakob, Marcelo Lacerna, Manuel García Migani, Marcelo Díaz y Esteban Lamothe. Funciones en Mendoza solamente disponibles en Cinemark.