La deuda

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Transacciones sin saldo

¿Cuál es el precio de la soledad? La pregunta lleva a otro terreno donde parece que todo se valoriza o desvaloriza de acuerdo a cómo se lo mire. Y desde ese lugar partir en el universo ambiguo del nuevo opus de Gustavo Fontán, La deuda, implica por un lado encontrar huellas de otras películas del director de La casa pero también una etapa mucho más narrativa que experimental. Por eso nada mejor que contar con un casting con nombre y apellido propio. Actores capaces de asumir roles necesariamente contenidos a nivel dramático y además el valor agregado del prestigio de Leonor Manso que descolla apenas unos minutos en pantalla o Belén Blanco para cargarse en las espaldas a Mónica, una mujer que vive 14 horas con alta intensidad, envuelta en una red de vínculos que desgarran una trama sutil sobre nuestro mundo moderno, las relaciones humanas como transacción dentro del cinismo imperante de un sistema que cambia las reglas a velocidades imposibles de asimilar pero que ponen en jaque determinados modelos de sociedad mucho menos cínicos e individualistas.

Ambigua es una deuda cuando no se tiene en cuenta qué se debe y a quién. Si bien el dinero faltante, la suma de 15000 pesos, es el disparador de la intención de recuperarlo y así reponer en poco tiempo (14 horas) ese vacío, el derrotero de Mónica juega en la nocturnidad una carta invisible y que la conecta con su subjetividad. Las emociones contenidas en la piel de Belén Blanco son apenas las marcas visibles de un dolor mayúsculo, tal vez ligado a otro tipo de deuda y de carácter simbólico cuando viene acompañada de la palabra culpa.

Sobre la culpa, la soledad y los fantasmas que no necesariamente aparecen en las películas del director de El limonero real transita este nuevo desafío a los sentidos y al tiempo -que a pesar de la rapidez del paso de las horas- que se detiene en un viaje que va de la ciudad a los suburbios, a visitas desesperadas para refrendar “deudas” de otro calibre con una hermana por ejemplo.

La doble deuda propuesta por Gustavo Fontán, quien escribió junto a Gloria Peirano el guión de esta ficción, nos interpela como espectadores de lujo acerca de cómo nos vinculamos con los otros y cuánto vale cada instante de esa relación o pérdida del contacto por las mezquindades del corazón.