La delicadeza

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Joven, viuda y tan sincera

La historia de Nathalie, cuando estuvo impresa en papel en formato novela, fue finalista de importantes premios literarios franceses, como el Gouncurt.

La delicadeza saltó rápidamente de la tinta a la imagen, adaptada por su propio autor, David Foenkinos, y dirigida por él y su hermano Stéphane, y con Audrey Tautou, la heroína de Amélie , como protagonista excluyente.

Tautou está habituada a los personajes frágiles, sensibles y solitarios, y Nathalie se suma a su colección. La soledad de la protagonista surge cuando, a los 15 minutos de la proyección, ya se queda viuda. Pierde a Francois, su marido, su alma gemela, en un accidente en la calle, y se refugia en su trabajo.

Cada uno sabe cuánto tiempo necesita de duelo cuando pierde por algún motivo al amor de su vida. A Nathalie parece que le toma tres años, ya que sin previo aviso le estampa un beso en la boca a Markus (Francois Damiens), el empleado sueco que trabaja con ella. Que sí, que no, que los compañeros se enteren o que no, Nathalie es un manojo de nervios, pero dice las cosas como son.

“No sé cómo se hace bien, hago lo que me sale”, palabras más, palabras menos, dice el personaje de Tautou. La comedia tiene sus momentos más románticos que humorísticos, y está claro que si el espectador es fan de Tautou y se banca sus mohínes, la pasará bárbaro. Si no, tal vez se pregunte por el carácter extraño de esta joven, viuda y tan sincera, capaz de estallar como un volcán.