La danse: El Ballet de la Opera de París

Crítica de Rocío González - Leedor.com

Wiseman, de larga trayectoria como documentalista, nos introduce en el arduo mundo del ballet. La protagonista no es la danza, sino la Compañía de la Ópera de París.

El film inicia con imágenes del subsuelo del edificio, de los corredores internos, con elementos de utilería. Todo el documental es un gran backsteage de la cantidad de recursos que mueve una compañía de esta magnitud.

Como un dios moviendo los hilos de las marionetas se la muestra a Brigitte Lefèvre, la directora artística. Su palabra es la primera y la última. A ella recurren los coreógrafos para organizar su cuerpo de baile, los bailarines para debatir sus participaciones en las obras, los inversionistas, los sindicalistas para organizar el pedido al Ministerio acerca de las jubilaciones. Ella es la cara oculta y visible de la Ópera de París.

Entre imágenes de pintores y albañiles que mantienen impecable el edificio, la preparación de la saludable comida y la construcción del vestuario, se nos muestran los ensayos de siete obras, tanto clásicas como contemporáneas. Se nos muestra el lenguaje propio de cada coreógrafo y su modo de trabajar con los bailarines.

Mientras en las obras de contemporáneo el nombre de los pasos no importa (porque muchas veces no lo tienen), la música son simples marcaciones de ritmos y el eje es que el bailarín entienda el sentimiento tras cada gesto, en las obras de clásico el lenguaje es rígido, a cada nota corresponde un paso muy preciso, y la búsqueda final es la máxima belleza estética.

Más allá de mostrarnos la ardua tarea de todos lo que integran la compañía, el punto de Wiseman es que conforman una compañía, todos necesitan del otro para hacer su trabajo. Y la danza como arte está allí en medio, como posibilidad de condición y finalidad al mismo tiempo.La danse, el ballet de la Opera de París