La dama de negro

Crítica de Diego Faraone - Denme celuloide

Potter contra los fantasmas

Como la mayoría del cine británico que llega, esta película da un primer buen impacto, ambientando la acción en una superficie atractiva, de clima y estética notables. Es la Inglaterra victoriana y el joven abogado (Daniel Radcliffe, protagonista de la saga Harry Potter) quedó viudo recientemente, sólo con un hijo pequeño. Su desánimo y su apesadumbrada expresión son constantes, y quizá las razónes por las cuales la firma en la que trabaja lo ponga a prueba con un último y difícil trabajo: arreglar el papeleo para poner a la venta la antigua casa de una viuda fallecida. Para ello se traslada a una villa olvidada, a una mansión alejada, carcomida por la vegetación y cuyo camino al pueblo queda sumergido por las periódicas subidas de las mareas. La atmósfera es perfecta, los misteriosos lugareños dan muestra de hostilidad y creencias supersticiosas, la mansión luce recargada de ominosos objetos y juguetes antiguos y los fenómenos paranormales no tardan en surgir. Para colmo, el protagonista entra en conocimiento de que los niños del pueblo mueren regularmente en horrendas circunstancias.
El comienzo del abogado llegando a una mansión remota es similar al de Drácula de Bram Stoker. La llegada a un pueblo afectado, la oposición racionalidad-superstición y la lúgubre fotografía recuerdan a La leyenda del jinete sin cabeza de Tim Burton; la aparición de la cadavérica dama del título rememora a muchas otras similares, entre otras la de la reciente y brillante Insidious. Luego de la introducción comienza la lógica y esperada acumulación de sustos, y aquí es que la película comienza a parecerse aún más a otras. Hay un niño fantasma similar al de Al final de la escalera (y también se incluye un desenlace casi idéntico), los crujidos, los portazos, los ruidos inesperados, la existencia de un cementerio en las inmediaciones de la casa parecen de Los otros. Las sorpresivas apariciones de espectros dolientes y resentidos deben mucho al terror asiático. Si bien los recursos son efectivos, hay buenos sustos y los climas se mantienen, cada vez se cae más en la cuenta de que no hay nada nuevo bajo el sol.
El joven director James Watkins se lució en su horripilante y sorprendente debut Eden Lake (2008), y esta película lo confirma como un sólido cineasta que logra lo que se propone. Pero el guión, basado en una novela de Susan Hill, limita las posibilidades y la película sigue un camino convencional ya visto una infinidad de veces. La presencia de Radcliffe reafirma la sospecha originaria de que este filme no es más que un “paquete” bien pensado y concebido para el éxito comercial. Como tanto cine británico, la sorpresa y el impacto originales, causados por tan atractiva estética, se redondean y neutralizan con un espíritu conservador y la ausencia de un esperado segundo impacto, audiovisual o conceptual.

Publicado en Brecha el 13/4/2012