La cumbre escarlata

Crítica de Paula Caffaro - CineramaPlus+

OTRA CASA EMBRUJADA

El prolífico Del Toro pone en pantalla su nueva película, Cumbre escarlata (Crimson Peak), un filme que se encuentra inmerso en el universo de fantasía que el realizador ha venido creando a través de su vasta filmografía. Como director de género (y de culto), Guillermo Del Toro tiene la fórmula para encantar al espectador haciéndolo partícipe de ambientes de ficción que muchas veces se tiñen de paranormales. Por eso, los seres de otros planetas y los fantasmas, entre otras características, son elementos recurrentes de su retórica fantástica.

Con un título que traduce casi con fidelidad el nombre original de la película, el filme parece transmitir un primer mensaje a viva voz. A través de un rico juego de operación metafórica, el color carmesí de la arcilla se confunde fácilmente con la intensa tonalidad de la sangre. Interesante comparación que le da a toda la obra un extrañamiento particular que remite, de forma recurrente, a toda aquella sangre que se verterá (y se vertió) como consecuencia del infortunio de dos hermanos aristocráticos en decadencia.

Pero la metáfora no está plasmada solamente de forma tan evidente. Esta operatoria lingüística se vuelve a repetir en dos oportunidades. Por un lado, cuando la joven Edith (Mia Wasikowska) intenta una y otra vez explicar que su novela no es de fantasmas, sino que éstos son sólo una metáfora del sentido que ella está expresando. Y por el otro, cuando Lucille (Jessica Chastain) argumenta cómo las mariposas son víctimas de las astutas polillas que habitan la mansión de Allurdalle Hall, más popularmente conocida como Crimson Peak, menos por Edith. Al fin y al cabo, el juego retórico lo que propone es una suerte de mecanismo en el que los victimarios, tal vez se encuentren envueltos en sus propias horrorosas estrategias, sólo que aún no lo saben. El propio funcionamiento del mecanismo no los deja ser conscientes del advenimiento del inevitable destino negro.

Edith es una novelista amateur sin suerte a quien la muerte prematura de su madre la dejó marcada para el resto de su vida: no solamente por el dolor de la pérdida, sino por las constantes visitas que recibe de su fantasma. Edith, tiene un pretendiente debidamente seleccionado por su padre, pero ella hará caso omiso al mandato paterno para enamorarse de un Barón inglés, Sir. Thomas Sharpe (Tom Hiddleston), ex terrateniente actualmente en decadencia. La historia de amor estaría dada casi sin obstáculos, sin embargo, Del Toro opta por darle a su filme un halo de tragedia cuando pone a Lucille Sharpe, hermana de Sir. Thomas, a impedir con vehemencia esta relación. Ambos conforman una sociedad que no sólo busca estafar a los grandes burgueses, sino también acabar con sus vidas a través de una cautivamente dinámica que consiste en la seducción de bellas jóvenes para quitarles el dinero familiar y luego su vida.

Cumbre escarlata tiene una excelente fotografía y un casting más que interesante, pero tiene un grave problema: su hilo dramático no termina de innovar y la sensación de que no aporta nada nuevo se ve reforzada por la presencia de todos los lugares comunes del género, sobre todo, el conocido tópico de la casa embrujada. Las almas en pena vagan por Crimson Peak, justamente el lugar que el fantasma de la madre de Edith le dijo que evitara. Esta historia ya la vimos, ¿podrá sorprendernos en algo?

Por Paula Caffaro
@paula_caffaro