La cueva de los sueños olvidados

Crítica de Emiliano Fernández - CineFreaks

Grito de piedra

Sin lugar a dudas este primer estreno en salas comerciales argentinas de un trabajo documental de Werner Herzog obedece al hecho de que ha sido filmado en 3D, lo que señala la popularidad del formato e invita a sopesar tanto el espíritu impredecible y aventurero del mítico cineasta como su energía vital, esa misma de sus comienzos y que hoy a los 69 años continúa dando batalla produciendo obras verdaderamente exquisitas. Las obsesiones temáticas de siempre han permanecido intactas a lo largo de las décadas: el choque de culturas, la dialéctica de los misántropos, la búsqueda de la pureza, la voracidad destructora de las metrópolis, la marginación social y las muchas utopías de los visionarios.

Uno de los tópicos fundamentales de su carrera ha sido la más que conflictiva relación entre hombre y naturaleza, centrándose principalmente en los diferentes grados de comprensión y/ o aceptación por parte del ser humano según la civilización e individuos particulares considerados (en un margen que va desde la convivencia pacífica hasta la explotación irresponsable). En esta oportunidad el alemán utiliza la tecnología tridimensional con el fin de registrar todos los detalles constituyentes de las pinturas rupestres más antiguas y mejor conservadas de las que se tenga noticia, ubicadas en la llamada Cueva Chauvet/ Pont-d`Arc, en abierto homenaje a su descubridor y a la comuna francesa en la que se encuentra.

Aquí nuevamente el propio Herzog narra los pormenores de la tarea y ofrece sus clásicas reflexiones acerca de las implicancias antropológicas y filosóficas de tamaño ejercicio artístico de nuestros antepasados, otro ejemplo más de ese empeño inclaudicable -que se remonta al Paleolítico- orientado a aprehender el entorno que nos rodea mientras que en simultáneo fijamos nuestra trascendencia. Hallada en 1994, la formación rocosa funciona a ojos del cineasta como una extraordinaria “cápsula del tiempo” porque su entrada fue sellada por una avalancha hace miles y miles de años, circunstancia que ha garantizado la preservación de las viñetas y la inalterabilidad de los restos fósiles y las huellas en el suelo.

Cada año la administración francesa autoriza sólo a un puñado de investigadores a realizar distintos estudios complementarios por algunos días con vistas a ampliar el conocimiento sobre este tesoro de la arqueología, es en esta coyuntura restringida en la que el director explora la caverna y encuentra desde impresiones de manos y bellos dibujos de especies animales ya desaparecidas hasta manchas de humo de antorchas ancestrales, una figura de una Venus y rastros fortuitos de posibles rituales animistas. Por suerte no está permitida la entrada al público en general para no contaminar el área y por los altos índices de dióxido de carbono, lo que convierte a toda la propuesta en una experiencia única y fascinante.

En La Cueva de los Sueños Olvidados (Cave of Forgotten Dreams, 2010) regresa el mejor Herzog documentalista, aquel de Lessons of Darkness (Lektionen in Finsternis, 1992), Little Dieter Needs to Fly (1998) y la maravillosa Mi Enemigo Íntimo (Mein Liebster Feind- Klaus Kinski, 1999). En sintonía con los demás exponentes de este “período anglosajón”, The White Diamond (2004), Grizzly Man (2005) y Encuentros en el Fin del Mundo (Encounters at the End of the World, 2007), el devenir de las quimeras y nuestros límites en tanto mortales vuelven a estructurar la simbología cotidiana de estos “gritos de piedra” en donde la vida -tal cual es- se nos presenta a través de los abismos del tiempo…