La cueva de los sueños olvidados

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Además de haber dirigido dentro de la ficción épicas como Fitzcarraldo o Aguirre, la ira de Dios y de haber incursionado en el cine norteamericano con películas como la remake de Un maldito policía , el director alemán Werner Herzog se ha dedicado a viajar por el mundo para filmar notables documentales sobre personajes exóticos, genios creadores, osos, la vida en la Antártida, historias absurdas construidas con imágenes submarinas o espaciales y hasta temas de fuerte impacto político como la pena de muerte.

En una de sus tantas travesías, tuvo el honor (y la responsabilidad) de poder acceder por primera vez con una cámara (en este caso, pensada para la exhibición en tecnología 3D) a la cueva Chauvet-Pont-d'Arc, en el sur de Francia, donde en diciembre de 1994 se descubrieron bellísimas pinturas rupestres de hasta 32.000 años.

Lo que en principio daba para un documental pintoresco y de espíritu didáctico (nació como un encargo para History Channel), termina siendo en manos de ese gran director que es Herzog no sólo la minuciosa investigación que podía esperarse sino también una aventura apasionante, un hermoso viaje cinematográfico y una inteligente reflexión de alcances filosóficos y espirituales sobre la existencia humana, el legado de nuestros antepasados y la manera en que nos vinculamos y recuperamos nuestra propia historia.

A partir de los testimonios de arqueólogos, paleontólogos y geólogos que estudiaron las imágenes, los huesos de animales y las formaciones de estalactitas y estalagmitas, Herzog pone en su exacta dimensión la jerarquía del hallazgo. Luego, con su inglés "germánico" en la narración y con él mismo como líder de la expedición (mitad guía turístico, mitad detective) nos va conduciendo por los intrincados pasillos de la cueva: el resultado es fascinante, por momentos embriagador.

Tantas veces cuestionadas por su efectismo y su artificialidad, las imágenes tridimensionales tienen en esta narración de Herzog no sólo una justificación cinematográfica sino un aprovechamiento integral, incluso cuando su acabado técnico es menos logrado que en tantas producciones de Hollywood: gracias a ellas, podemos apreciar, "sentir" la inmensidad del lugar y de la obra de los creadores primitivos. Un gran documental para un gran descubrimiento. Una incursión en una cueva que termina siendo una exploración -no exenta de lirismo- del alma humana y de un tiempo que parecía perdido.