La crónica francesa

Crítica de Ignacio Dunand - El Destape

Una carta de amor al periodismo y los periodistas

La nueva película de Wes Anderson se adentra en el mundo del periodismo escrito, con un mega elenco donde figuran Bill Murray, Frances McDormand, Owen Wilson y Benicio del Toro, entre otras estrellas.

Para su décimo largometraje, Wes Anderson (Isla de perros, El gran hotel Budapest, Los excéntricos Tenenbaum, Vida acuática, El fantástico señor Fox, Moonrise Kingdom) se adentra en el mundo del periodismo escrito y de los periodistas, cazadores de historias, aquellos que investigan, entrevistan, buscan y chequean datos para hacer su trabajo. La crónica francesa es otra pulida obra estética repleta de clásicos “andersonianos”: exquisitas paletas limitadas, marcada simetría traducida en escenas pintorescas y un universo bellísimo, nutrido de personajes que exageran sus pasiones y comportamientos.

"Intentá que suene como si lo hubieras escrito así a propósito", le dice Bill Murray en pantalla a algún redactor, repitiendo su mantra como editor en jefe de la revista fundada en Kansas que lleva el mismo nombre del título, con sede en la pequeña y ficticia ciudad francesa de Ennui-sur-Blasé en algún período indefinido de mediados del siglo XX. Contada en formato antológico, la historia arranca desde el final (con un evento que no se spoileará dada la trascendencia unificadora que tiene en el relato) para luego ramificarse en nostálgicas historias sobre un periodismo utópico, perseguidor de ideales románticos y aventuras imposibles.

En la redacción -un ambiente encuadrado cual casita de muñecas, entre las tantas marcas distintivas del realizador que se reúnen en esta ocasión- y en las historias que se cuentan circulan curiosos personajes interpretados por un elenco coral que también sigue la tradición. Aparecen como en pasarela Bill Murray, Owen Wilson, Jason Schwartzman, Tilda Swinton, Adrien Brody, Frances McDormand, Saoirse Ronan y Edward Norton, entre tantos otros actores y actrices fetiche y debutantes en el universo del autor.

El cineasta sabe explotar lo suficiente su dominio de los acercamientos caricaturescos sobre las que se desliza la serie secuencias acompañadas por una banda sonora creada por su compositor de cabecera, Alexandre Desplat, y con una fotografía a cargo de su colaborador estrella, Robert Yeoman. La síntesis del combo mantiene una sintonía emocional que toca fibras del espectador, convirtiéndose en un pasaporte directo al goce. La crónica francesa cumple a rajatabla la receta característica de un autor que persigue la perfección a toda costa (aunque eso implique renunciar a las novedades, algo ya notorio en su filmografía) y en esta oportunidad, el guión se cierra redondo. Una carta de amor al periodismo que nunca pierde su fascinante atractivo.