La construcción del enemigo

Crítica de Cristian A. Mangini - Fancinema

EL RELATO FRAGMENTADO

La construcción del enemigo es un documental que tiene en cada una de sus premisas un punto inobjetable sobre cómo la última dictadura cívico-militar construyó un relato para legitimar su accionar violento a través del terrorismo de estado. Quizá, más allá de lo inobjetable, el problema de este análisis radica no en la fuerza de sus argumentos, sino en que se encuentran dispersos y a menudo el foco se pierde para presentar una nueva premisa que no termina de desarrollarse. Para decirlo de otro modo: el hecho de que sean inobjetables no hace a que el desarrollo en el documental sea homogéneo, sino que se terminan vinculando distintas cuestiones llevándolo a resultar fragmentario y confuso sin algo de contexto por fuera del film.

El puntapié del film es el caso de Alejandrina, una niña cuyos padres fueron secuestrados durante la dictadura en un operativo conjunto con las fuerzas uruguayas en 1977 y cómo esto es redescubierto por la mujer que es hoy desde los medios de la época, en particular los diarios uruguayos que dieron la primicia y los medios nacionales, que hicieron un producción desde revistas que manipulaban la opinión pública o, más bien, se dedicaron a construir el relato necesario para legitimar el accionar de las fuerzas armadas. En este sentido, el foco esta puesto sobre los medios de Editorial Atlántida, que bajo la dirección de Aníbal Vigil se encargó de bajar línea con producciones ampulosas, algo que no es un misterio, en particular para quienes hayan transitado la carrera de periodismo.

El principal problema del documental radica en todo lo que va más allá de este caso, que funciona como una sinécdoque de cómo se utilizaron los medios durante la dictadura, resulta poco consistente. La segunda parte es fragmentaria y tiene la intención de reafirmar esto, al mismo tiempo que plantea tanto desde lo visual como desde sus enunciados que existe una continuidad del aparato de inteligencia a través del Proyecto X (su mención al pasar no es casual) o las figuras de los medios que se desempeñaron en ese momento, que continúan en funciones sin hacer una autocrítica (lo de Samuel “Chiche” Gelblung mencionado al pasar tampoco es casual). La ambigüedad de utilizar el montaje paralelo para sostener el relato del secuestro de los padres de Alejandra junto a imágenes navideñas y una banda militar tocando música dice algo muy claro sobre lo que no vuelve el documental: la continuidad entre las Fuerzas Armadas de ese entonces y las de ahora –aún si es para hacerlo de forma complementaria o por contraste, algo que no queda claro-. El problema es que esto que plantea no tiene ni por asomo el trabajo exhaustivo que tiene sobre la cobertura y el análisis de medios del caso de Alejandra.

En definitiva, La construcción del enemigo tiene una primera parte que construye un análisis exhaustivo desde lo visual que, desde su perspectiva didáctica, resulta fresco y esclarecedor, en particular sobre lo que representa la fotografía y el copete informativo en una noticia para generar un relato homogéneo que se sostenga en una línea editorial. Sin embargo no hay en otros planteos la misma solidez y el film termina resultando disperso más allá de sus (buenas) intenciones.