La ciudad perdida

Crítica de Nazareno Brega - Clarín

La selva consiguió su pequeño revival como escenario de aventuras a partir del éxito de la nueva saga Jumanji o de Jungle Cruise. La ciudad perdida aprovecha ese clima selvático en Hollywood, pero consigue desprenderse de las franquicias, cinematográfica de una y del juego de un parque de Disney en otra, para la ya infrecuente tarea de narrar andanzas originales.

Los hermanos Adam y Aaron Nee (The Last Romantic y Band of Robbers) tampoco quieren inventar la pólvora en esta comedia romántica con personajes protagonistas de personalidades opuestas, tendencia que descollaba hace ya casi un siglo con Cary Grant y Katherine Hepburn.

Sandra Bullock y Channing Tatum ocupan los roles de ellos en este cruce entre una escritora de novelas baratas con un marco histórico complejo, que atraviesa un bloqueo creativo tras haber enviudado, y un modelo, sin complejo alguno por ser cosificado todo el tiempo, que posa en la tapa de los libros de ella y es el máximo responsable del éxito comercial de las novelas.

Aparece Daniel Radcliffe como villano
Los protagonistas terminan en la selva tras el secuestro de ella que ordena un clásico billonario (prototípico villano millonario en cuya piel se divierte Daniel Radcliffe) convencido de que detrás de la última ficción de ella, inspirada en hallazgos arqueológicos del difunto marido de la novelista, se esconden las pistas para dar con una joya legendaria.

Esta búsqueda del tesoro como excusa argumental del romance de aventuras remite enseguida a las efectivas parodias de Indiana Jones de mediados de los ochenta como En busca de la esmeralda perdida o Las minas del Rey Salomón.

Los hermanos Nee no esquivan ninguno de los lugares comunes del cine de aquellos tiempos, pero les dan una mirada contemporánea, ya sea con el tono irónico para poner en pantalla grandes explosiones o al acomodar a los tiempos que corren los estereotipos de raza y género de antaño.

Brad Pitt, instructor de yoga
El mejor de los ejemplos aparece en pantalla con la participación especial de Brad Pitt, militar reconvertido en instructor de yoga, que apenas retomas las misiones especiales se desayuna que este mundo ya no tiene lugar para superhombres como él.

La contracara es la subtrama inclusiva encastrada a la fuerza entre una editora negra (Da’Vine Joy Randolph) y su acompañante latino (Oscar Nuñez) que pretende lavar las culpas de meterse en la jungla con protagonistas acromáticos.

El hallazgo de invertir los roles prototípicos del cine de aventuras funciona y Bullock consigue mostrarse empoderada aun corriendo por la selva en lo que ella define como un “enterito de brillantina” y tacos aguja.

A pesar del vestuario selvático inconveniente de ella, Tatum es quien se saca la ropa cada dos por tres y requiere que lo salven todo el tiempo al punto de autopercibirse “una damisela en apuros”. El concepto de masculinidad del cine de aventuras se pone en crisis en La ciudad perdida y es el motor que mueve a la película entre el romance y la acción, siempre desde la distancia que impone la comedia.

La falta de compromiso de los hermanos Nee a la hora de filmar en serio las escenas de acción se traslada también al plano romántico y eso afecta a la química entra Bullock y Tatum, que se lucen más con las payasadas que hacen por separado y no consiguen sacarse chispas cuando es necesario ponerle el moño a la película.