La cinta blanca

Crítica de Marcela Barbaro - Subjetiva

Detrás de las apariencias

Ganadora de la Palma de oro en Cannes 2009 y nominada a mejor película extranjera junto a la finalmente ganadora El Secreto de Tus ojos, La cinta blanca, del cineasta austríaco Michael Haneke (Cache, Funny Games, La profesora de piano) es un análisis sobre el origen de la violencia en la sociedad.

La historia transcurre en un pueblo rural entre 1913 y 1914, a instancias de la Primera Guerra Mundial. Los habitantes de esa comunidad cerrada y enigmática, profesan la religión protestante y una educación rigurosa. Donde todo parece controlado y calmo se van sucediendo distintos episodios accidentales de manera misteriosa. A través de un narrador en off que cuenta aquellos episodios, Haneke nos introduce en una comunidad que responde a patrones muy particulares donde resulta natural aplicar métodos abusivos en la crianza de los hijos: violencia psicológica, física, castigos y perversiones.

A partir de una mirada ácida y verista, Haneke logra, con maestría, indagar en los orígenes fundacionales de la violencia. Una violencia latente que dará lugar a cualquier otra clase de fanatismo, entre ellos el nazismo, en respuesta a una represión y sometimiento constante. ¿Cómo crecerá esa generación temerosa y obediente?. ¿Se vengarán para liberarse? Nadie puede salir ileso de la culpa y los estigmas.

El film logra generar una atmósfera por momentos claustrofóbica, donde los secretos y la complicidad forman parte de su universo. Desde el registro de las acciones más perversas a las sutilezas más cínicas el relato se vuelve circular y enigmático.

Haneke, uno de los grandes cineastas europeos de la actualidad, hace una aguda autocrítica de la sociedad en la que todos son cómplices y responsables de su pasado y presente.