La cima del mundo

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

ntre 2015 y 2017 la realizadora Jazmín Carballo siguió con su cámara a Anastasia Amarante, una joven aspirante a cantante a quien había conocido durante la producción de un videoclip. Anastasia en aquel momento acababa de salir de la escuela secundaria, encaraba estudios universitarios y trataba de dar forma a su sueño de convertirse en una estrella pop. La directora de Los besos (2015) acompañó a Anastasia en su vida cotidiana y también a su madre, Cecilia, quien oficia a la vez de manager de su hija. El resultado de estos dos años de relación y recolección de material es La cima del mundo, segundo largometraje y primer documental de la directora cordobesa.

El documental aborda principalmente dos líneas que a su vez están íntimamente ligadas. Por un lado los esfuerzos de Anastasia para insertarse en el mundo de la industria musical a la que todavía mira desde afuera con deseo de pertenecer. En ese sentido la observamos mientras ensaya, compone, se prepara para un show, canta en algún evento o sufre por una actuación que se cancela. Y hay otra línea que es la de la relación con su madre, la otra protagonista del film, una relación a veces amorosa, a veces conflictiva, a veces de cierta complicidad, y que está atravesada por esta doble función de representante y madre cuya línea divisoria tiende a desdibujarse con frecuencia, pero que a la vez es una relación que en lo esencial no es muy diferente a otras que tenemos el atrevimiento de llamar normales.

Cecilia también fue cantante, principalmente en coros, como Anastasia le relata a un músico amigo a quien también le cuenta que su madre no siguió en ese camino por no poder soportar la presión del escenario. Una revelación que hace pensar de inmediato en alguna forma de compensación por la que Cecilia trataría de vivir a través de su hija la vocación que se negó a sí misma. No hay mucho en el documental que venga a corroborar esa teoría. La relación de Cecilia con respecto a la carrera de su hija es bastante más relajada de lo que lo anterior haría suponer, si bien es cierto que a veces puede ponerse intensa. Cecilia le da a veces consejos polémicos como que siempre hay que complacer al público, le brinda advertencias inquietantes como que ahora tiene tiempo pero que empiece a preocuparse cuando llegue a los 30, o la reta con severidad porque llega tarde y borracha de un boliche con la posibilidad de dañarse la voz. En cualquier caso, esos retos lucen más de madre que de manager y la tensión entre ambas va y viene, pudiendo pasar de una discusión como la antes mencionada a una situación de relax y complicidad donde ambas se ponen a cantar juntas Top of the World, la canción de The Carpenters que además da título al film.

El documental de Carballo no intenta explotar conflictos intensos sino reflejar emociones, más cotidianas, universales y reconocibles como el amor, la ansiedad, el deseo y el miedo. La cámara operada por la misma realizadora acompaña a cierta distancia, registrando y evitando en lo posible ser intrusiva. La sensación que a veces se tiene es la de estar compartiendo el espacio con madre e hija como un observador no participante pero cercano. Los únicos momentos en que la protagonista actúa de manera evidente o se muestra consciente de estar en una película es a través de algunos offs donde cuenta sueños y reflexiones.

Anastasia quiere ser una estrella pop en la línea de Britney Spears, Miley Cyrus o Ariana Grande y se produce con esa imagen, pero también es una chica que está saliendo de la adolescencia con unas cuantas presiones y desafíos, y lo que uno puede ver, y es lo que a Carballo le interesa, es su vulnerabilidad, sus ilusiones e inseguridades, su incertidumbre ante el futuro, su deseo de triunfar y el miedo a no conseguirlo o de no ser lo suficientemente buena. La vida y la carrera de Anastasia tuvieron otras instancias después del rodaje que algunos conocerán o que un espectador curioso puede averiguar por su cuenta. El documental de Carballo retrata estos dos años que en el film parecen transcurrir en un tiempo continuo y presente, como la trastienda de lo que podría ser el comienzo no exento de obstáculos de una carrera artística. Una mirada íntima y empática a la vida de una joven en un momento particular de transición y crecimiento.

LA CIMA DEL MUNDO
La cima del mundo. Argentina, 2019.
Dirección: Jazmin Carballo. Elenco: Anastasia Amarante, Cecilia Cavotti. Guión: Jazmín Carballo. Cámara: Jazmín Carballo. Postproducción de Color: Bárbara Cerro, Santiago Troccoli. Dirección de Sonido: Marcos Zoppi, Emiliano Biaiñ. Montaje: Lorena Moriconi. Producción Ejecutiva: Sebastián Muro. Duración: 60 minutos.