La chica en la telaraña

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

“Y entonces quedamos tres”, tal es el título del noveno long play editado por Genesis, la mítica banda de rock sinfónico, haciendo alusión a la cantidad de integrantes. Esto mismo se puede usar para dar cuenta que la saga “Milenium” escrita por el sueco Stieg Larson, fallecido en 2004, se quedó ahí: En tres. Todo lo nuevo está escrito por David Lagercrantz, también periodista.

Esta nueva entrega de lo que debería haber sido una continuidad lo único que realiza es mantener el nombre de los personajes, todo el resto desapareció.

De esta manera reaparecen Lisbeth Salander (Claire Foy) y Mikael Blomkvist (Sverrir Gudnason) y es todo lo que hace acto de presencia en cuerpo, el alma se lo extirparon de raíz. Nada queda. El personaje del periodista investigador quedo totalmente desdibujado, sin ningún tipo de peso narrativo, podría estar o no, da lo mismo.

Por su parte, el cuerpo de Claire Foy es apto para el personaje, sin lugar a dudas, su rostro casi también, lástima que a partir de la presentación, construcción y desarrollo del personaje transita desde ser la versión femenina del Ethan Hunt de las Misiones Imposible, hasta emular al mejor James Bond / Jason Bourne (usted elija), incluso por momentos hacernos recordar a Batman, o ¿sería a Batichica?

Esto da cuenta que una de los peores elementos de la producciones se encuentra en el guión, que a falta de terreno sólido donde sostenerse presenta giros y contra giros cada vez más forzados y menos creíbles a medida que continua la proyección.

La actuación de la actriz británica va de acuerdo al producto terminado, con un poco de esfuerzo claro, le terminas creyendo que esa chica puede hacer todo lo que hace, pero no es Lisbeth.

La duración extrema podrá dar sensación de cansancio, como que uno espera mucho antes que suceda que ya termina. No aburre en demasía a partir de escenas de acción bien filmadas, mucha digitalización, música acorde y cortes típicos del género de acción, todos espejitos de colores, pero lo fundamental no asoma nunca.

El director uruguayo le da toda la impronta de las películas hollywoodenses, demostrando ser un director técnico que sabe. ¿Qué sabe? Sabe diseñar las posiciones de cámara, el manejo de las mismas, la luz, el color, el diseño de sonido y del montaje mencionado. Pero todo de manera impersonal, destruyendo todo lo que se había construido con anterioridad. Ni Fincher se atrevió a tanto.

Entonces Milenium se quedó en tres, libros y películas, de esta devastación, en tanto mito, es muy difícil retornar.