La chica del sur

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

Una mítica militante coreana

El director argentino José Luis García, del que se vio su documental "Cándido López. Los campos de batalla", realizó un viaje a Pyongyang, Corea del norte, en el verano de 1989. Ese viaje estaba programado para su hermano, pero como él no pudo viajar fue reemplazado por José Luis. El motivo era participar en el Festival Mundial de la Juventud, organizado por la Unión Soviética.

García viajó con su cámara y registró lo que ocurría a su alrededor, sin entender demasiado, más bien lo hizo por curiosidad. En el filme que es narrado por él mismo, se lo escucha decir que se siente como "un paracaidista", en un lugar extraño.

Un mediodía mientras pasea y asiste a distintas reuniones políticas, el cineasta va a escuchar una conferencia, en la que la figura central es una joven militante de Corea del Sur, llamada Im Su-kyong, la que ingresó a Corea del norte, el lado comunista del país, en forma clandestina.

LA REUNIFICACION

En su charla con el numeroso público y los periodistas que la van a escuchar, Im Su-kyong (más tarde llamada "Flor de la reunificación"), apela a la unión de las dos Coreas, dice que su país tiene que lograr la unificación y confiesa que teme volver al lado sur, por temor a que la encarcelen, ya que por aquellos años estaba prohibido cruzar la frontera.

A partir de ese momento el cineasta se obsesiona con esa joven y comienza a consultar archivos, a seguirla mediante recortes periodísticos y a su regreso a Buenos Aires, se hace amigo de Alejandro Kim, hijo de coreanos, que vive en nuestra ciudad. Con él comienza una nueva búsqueda de Im Su-kyong y luego de veinte años viaja nuevamente a Corea, con el fin de hacer una extensa entrevista sobre la vida de esa mujer, que el año pasado fue elegida miembro de la décimo novena Asamblea Nacional de la República de Corea, en representación del Partido Demócratico Unido.

"La chica del sur" es un documental de un atractivo especial, porque logra trazar un paralelo entre lo que sucedía hace veinte años en Corea y el presente, a la vez que es una suerte de "ventana", que permite observar una sociedad y una cultura muy distinta a la nuestra.