La chica de la capa roja

Crítica de Marcelo Cafferata - Revoleando Butacas

Lobo estás?

Es bastante dificil, después de haber leidos varias de las críticas que fueron publicadas, tratar de escribir algo que sea un poco diferente a todo lo dicho, respecto del estreno de esta semana, "La chica de la capa roja" que viene con el antecedente de estar dirigida por la misma directora de "Crepúsculo".

Es paradójico que la película sea promocionada de esta forma -haciendo hincapié en su directora- en donde indudablemente la esta nueva adaptación del cuento tradicional, tiene su punto más flojo, y por lejos. Catherine Hardwicke parece haber entendido poco y nada del tenebroso mundo del cuento de Perrault, varias veces adaptado, incluso suavizado por los hermanos Grimm.
Hardwicke le vuelve a imprimir lo que evidentemente va a pasar a ser su sello distintivo -adolescentes en celo con las hormas superrevueltas, sea en el ámbito que sea- y acá no hace mucho más que cambiar vampiros por hombre lobo, pero el "calor", adolescente y apasionado, persiste.

Ya desde el enfoque inicial, entonces, la directora pierde rápidamente el rumbo y se detiene a mostrar con muchos más detalles la encrucijada amorosa y pasional de Valerie (Amanda Seyfried, en una versión super libre de la conocida Caperucita Roja) entre el niño de una clase que no le pertenece, Peter (Shiloh Fernandez) y aquel con quienes sus padres han arreglado un matrimonio por conveniencia, Henry (Max Irons) que luego, por otras vueltas de la trama, veremos que tenía su razón de ser porque ambas familias ya estaban anteriormente vinculadas.

Todo este triángulo amoroso se desarrolla en una aldea de Daggerhorn, un pueblo típicamente tranquilo que se ve alterado por las constantes apariciones en noche de luna llena del hombre lobo, criatura que desestabiliza la quietud pueblerina y que luego puntualiza su acecho en Valerie.
Es con ella con la única persona que el lobo habla -por eso inclusive Valerie será tildada y tratada como a una bruja- ya que tiene un vínculo que encierra oscuros secretos que se irán develando hacia el final de la película.

Seguramente Hardwicke hubiese ganado contundencia en el relato si hubiese sabido domesticar y poner de su lado a una criatura tan enigmática e interesante como es el hombre lobo y aprovechar el enorme elenco que pusieron bajo su tutela en los roles secundarios, los cuales, en su gran mayoría están totalmente desaprovechados. Hasta en algunos momentos, actoralmente a la deriva, parecen no tener registro ni marcación alguna.
Además de desperdiciar totalmente a Lucas Haas (aquel niño de "Testigo en Peligro") en un papel que hubiese dado para mucho más, Virgina Madsen (que supo brillar en la comedia independiente "Sideways - Entre copas") no logra dar con la ambivalencia de la madre, quien además, ha perdido una hija -la hermana mayor de Valerie es atacada por el hombre lobo al inicio del film- e ignora completamente ese momento de quiebre, como si nada hubiese pasado.
Gary Oldman como el padre Solomon, un afamado cazador que viene a prestar ayuda a los desesperados aldeanos, está lejos de sus grandes actuaciones, es como una pequeña sombra de lo que supo demostrar en "Drácula" o en sus últimos malvados para la pantalla.
Y Julie Christie como la abuela de Valerie es la que tiene algunos momentos bien aprovechados, pero que claramente podría haber explotado todo su halo de misterio, si Hardwicke se hubiese obsesionado más en la negrura de sus personajes antes que a los adolescentes carilindos y hormonales persiguiendo a la rubia de cuento de hadas.

Sin embargo, y a pesar de todos los reparos, Seyfried (como Valerie, demostrando que ya tiene un rostro privilegiado para la pantalla grande y puede vibrar en varios registros como "Mamma Mia!" "Cartas a Julieta" o "Chloe") hace un enorme esfuerzo por sostener la historia y logra transmitir todas sus dudas respecto de la identidad del lobo.
Fundamentalmente está la posibilidad de que cualquiera de sus dos amados sea finamente el hombre lobo, pero sobre la mitad del film se empiezan a desplegar otros posibles sospechosos y para cuando se devele la verdadera identidad, habrá más de una sorpresa y es sin duda este enigma, el único hilo conductor que el film logra sostener decorosamente.

Cabe señalar que Hardwicke tampoco fue ayudada por un diseño de escenografía que indudablemente se trata de un gran estudio de cine decorado a tal efecto, no hay un sólo escenario natural: eso se nota ... y mucho. Ni los paisajes, ni las casas, ni la nieve, ni el bosque de árboles desde cuyos troncos salen espinas con forma de lanzas, ni el granero... nada de nada suena real.
Con lo cual hay que hacer un esfuerzo adicional para situarnos en esa pequeña aldea medieval donde además, todo el mundo tiene aspecto de salir de la Vanity Fair directo al estudio de filmación, dado que hay muy poca dedicación en la ambientación de época: ni el vestuario, ni los peinados, ni la manera de conducirse respetan la época.

Pero ninguna de esta objeciones les va a interesar a los adolescentes y sobre todo las adolescentes que suspiren por los dos compactos de hormonas que se disputan a Valerie.
Para el resto, hay momentos muy logrados, sobre todo en el misterio que rodea a la identidad del hombre lobo y sobre todo las escenas relacionados con Valerie y su abuela están filmadas con un tono muy adecuado al suspenso y el misterio.

La adaptación de "Caperucita" con su universo mágico y siniestro daba quizás para mucho más que para esto, pero si bien Hardwicke y su guión no dan en el clavo totalmente, tampoco es un producto tan desparejo dentro del género. Entretiene, sostiene un misterio a lo largo de todo el film y se rodeó de un elenco interesante que trata de hacer creible una historia fimada en un universo de cartulina y copos de nieve artificiales.