La chica danesa

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Lo que hay que saber

Que el actor Eddie Redmayne, protagonista de “La chica danesa”, haya sido nominado como mejor actor por su transformación del artista plástico Einar Wegener en el personaje femenino de Lili Elbe, invalida uno de los reclamos que se hicieron a los Oscar que se entregan el 28 de febrero: ignorar la diversidad sexual. La racial –el muy difundido “Oscar-tan-blanco”, impulsado por la comunidad negra de Hollywood a partir de un comentario en Twitter del director Spike Lee- es otro tema. El filme se basa en el best seller de David Ebershoff sobre el caso real de Wegener, el primer caso documentado de transexualidad. “La chica danesa”, con sus altas dosis de melodrama, es fiel al perfil literario de un best seller en el tratamiento del conflicto. Y Redmayne salva la película, pero es contradictorio cómo si, como dice Wegener, “soy una mujer”, necesita copiar la sensualidad y gestualidad femenina en una especie de prostíbulo, aunque esto excede al actor y sería una decisión de la dirección y del guión. Recordar a Einar Wegener como un pionero del siglo XX en su coraje y decisión hace pensar también en por qué Hollywood todavía no hizo una película exclusivamente sobre Rosa Parks, la primera mujer negra que se atrevió a desafiar la segregación racial y que fue un símbolo de los derechos civiles en Estados Unidos.