La Cenicienta

Crítica de Martín Torres - Fuera de campo

Hacia el año 1950 Walt Disney estrenó una de sus varias películas animadas que pasarían a la historia. Cenicienta, como la mayoría de sus fábulas, proponía un retrato de la concepción del padre del ratón Mickey de la sociedad y los valores de ese entonces. Y a la vez blanqueaba el leit motiv de todos su relatos: Sin sufrimiento no hay redención. Como toda bella historia de la factoría Disney, el o la protagonista acariciará la felicidad luego de mucho sufrimiento de por medio en donde morirán varios personajes dejando huérfanos a una larga lista de niños con distintas consecuencias. Pero al final la princesa será besada por el príncipe y a nadie le importa si en el medio fue torturada por una madrastra durante tres cuartos de metraje. Práctica que en la vida real dejaría varias secuelas y una terapia de por vida. ¿Pero a quien le importa la vida real? ¡Es una película de Disney!

Hoy, más de 60 años después del estreno de la Cenicienta animada, esa empresa que se llama Disney y que pronto tendrá los derechos de todas las historias escritas y por escribirse, contrató al director de Enrique V, Hamlet, Frankenstein y Thor para filmar con actores de carne y hueso una modernización del clásico de todos los tiempos. Modernización que para ser justos solo va de la mano del diseño de arte del film, ya que la historia permanece intacta. Y como suele hacerlo, a pesar del desafío Kenneth Branagh ofrece un producto prodigiosamente redondo.

Al ritmo del clásico Bidibi Badibibu, los sueños de la doncella interpretada por Lily James con una delicada y medida actuación, se van haciendo realidad. Impulsada por las conductas de comportamiento que su madre le inculcó de pequeña antes de morir, Ella con valentía y bondad sobrepasa todas las trabas que su cruel madrastra (Cate Blanchett en otra soberbia interpretación) pone en su camino hacia la felicidad. Con un poco de ayuda de la Hada Madrina (Helena Bonham Carter) y un diseño de producción impecable en donde el vestuario, el arte, los FX y la fotografía dan en la nota justa, Branagh consigue que su película sea un producto que calza igual de bien para las viejas y nuevas generaciones.