La casa Gucci

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Entré a sala a ver «House of Gucci» con mucha expectativa. El portentoso elenco y la dirección de Ridley Scott presagiaban un nuevo hit dentro de uno de sus géneros favoritos: el drama mafioso familiar. Sin embargo, luego de más de dos horas y media de metraje, mi sensación es que la cinta no es un producto equilibrado, sino un equipo que gira exclusivamente en torno a la luminosa Lady Gaga, la reina de todas las miradas en esta realización.
Ya hemos visto que Gaga, posee una capacidad interpretativa descollante. Lo ha demostrado en «A star is born» y aquí vuelve a ratificar todas sus condiciones, jugando a una chica italiana de clase popular, que seduce y conquista a uno de los grandes herederos del emporio Gucci en una trama plagada de intrigas, descontrol y asesinato.
La historia es quizás, una más de aquellas mujeres que se fijan un objetivo en la vida, y se comprometen más allá de sus límites para lograrlo (¿se acuerdan de «To die for» de Gus Van Sant con Nicole Kidman?). Lady Gaga aquí es Patrizia Riggiani, una fémina que conoce a Maurizio (Adam Driver) y en dos o tres pasos define su estrategia para enamorarlo. El forma parte de una prestigiosa familia que reina en el campo de la moda, y convertirse en su esposa, es el primer escalón que ella se propone.
Dentro de la trama, la primera parte presenta el inicio del romance (una relación de alto voltaje, anticipamos) de la pareja principal (con algunos condimentos como Maurizio trabajando con el padre de su mujer) para luego ir presentando a los grandes nombres que trae esta cinta: Al Pacino, Jared Leto, Jeremy Irons. Ante todo, la familia unida (?).
Lo que vendrá después, debo decir que ya se lo imaginan. Una trama donde el deseo de poder crece y se va devorando a cada personaje a su tiempo. Es interesante ver la composición de Driver, quien logra mostrar una curva consistente en relación a la ambición que su personaje tiene en distintas épocas de la vida.
Lady Gaga, debemos decir, siente que la cinta es suya y actoralmente barre con el resto, incluso con los grandes nombres de la industria que la escoltan. Ella es un volcán en erupción todo el tiempo. Se siente Patrizia y termina por convencernos, que si no hubiese sido por su trabajo, difícilmente pudieramos aprobar este trabajo de Ridley Scott.
Encontrarán estafas, frases grandilocuentes, traiciones y odios en distintos grados. Cada elemento, por supuesto, bien «coreografiado» por el director, quien trata de administrar con experiencia el tiempo de cada «monstruo» en pantalla, ofreciendole su lente para dichos lucimientos personales.
Pero…
Leto luce sobreactuado (lo siento Jared pero tenía que decirlo!), Pacino y Irons trabajan a reglamento en roles que podrían tener más color, pero extrañamente Salma Hayek salva su ropa jugando como Pina, otra mujer a la que hay que prestar atención. En cuanto a la dirección artística y la banda de sonido, nada que decir. Excelentes ámbas.
Quizás si el metraje hubiese sido más ajustado y la última parte, consistente (el tema del asesinato de Maurizio), hablaríamos de una obra muy destacada en la filmografía de Scott.
Sin embargo, me atrevo a decir dos cosas. Por un lado, será muy nominada en la temporada de premios. Segundo, insisto, sin el carisma y la interpretación visceral de Lady Gaga, sería difícil elegir esta historia como una cinta memorable. En lo que obtenga, la actriz y cantante deberá ser reconocida por su aporte central en esta propuesta.
Sólo por ella, (al menos esta vez), la experiencia de su visionado es más que satisfactoria, aunque esperabamos más de un elenco que con seguridad, tenía todas las condiciones para obtener un film sobresaliente. No lo fue, pero más allá de eso, la disfrutarán seguramente.