La casa Gucci

Crítica de María Paula Rios - Admit One

Codicia, glamour y muerte.

Sin perder el pulso Ridley Scott decide retratar a modo de melodrama, como se desencadenó el asesinato de Maurizio Gucci, nieto del fundador de la reconocida marca de moda. Todo un imperio que destaca por sus artículos de lujo, fundado en la década del 20´ por el diseñador italiano Guccio Gucci. Pero la película hace un recorte desde el punto de vista de Maurizio (Adam Driver) y sobre todo de su entonces mujer Patrizia Reggiani (Lady Gaga). Más precisamente es una adaptación del libro de Sara Gay Forden, publicado en 2001, The House of Gucci: A Sensational Story of Murder, Madness, Glamour, and Greed.

Maurizio, hijo de Rodolfo Gucci (Jeremy Irons) y una actriz alemana, es un joven elegante nacido en cuna de oro que estudia abogacía. En una fiesta conoce a Patrizia, muy contrario a su parco existir, ella una bomba sensual traccionada a pasión. A pesar de su timidez la atracción florece entre ambos como una ráfaga de fuego. Ellos se enamoran, pero bajo la mirada descontenta de Rodolfo quién no considera a Patrizia digna de su hijo. Es así que lo hecha de su casa y Maurizio se refugia en la familia de su novia, sin no antes proponerle matrimonio.

Se casan y pasado un tiempo Patrizia muestra interés porque su esposo se relacione con su familia (o mejor dicho con su fortuna). Por lo que se ponen en contacto con el tío Aldo Gucci (Al Pacino), quien se encuentra al frente de la empresa e insiste incorporar a Maurizio ya que lo siente mucho más capaz que a su propio hijo, Paolo Gucci (Jared Leto), para heredar el mando. A partir de aquí comienza un espiral en donde pujan el ansia de poder, la ambición, las disputas familiares, la propia traición y la muerte.

Como en un juego de ajedrez cada miembro de la familia, hará su jugada. El verborrágico y grotesco Aldo será traicionado por su sobrino y su hijo; Patrizia, quien persuade todo el tiempo a su marido y toma decisiones, de un día para otro será abandonada y dejada a un lado, situación que exacerbará su vehemente temperamento. House of Gucci tiene varios aciertos, comenzando por las actuaciones; están todos magníficos, incluido un sobreactuado Jared Leto que forma una dupla muy acertada con Al Pacino.

El personaje de Lady Gaga se va transformando de a poco, en un comienzo tiene mucha frescura y hacia el final se torna turbia, oscura y amargada; en contraste al carácter glacial de su marido. La forma narrativa de soup opera, no solo mantiene el ritmo de la historia también el interés en el espectador, que queda embelesado ante estos personajes todo el tiempo al borde del absurdo. Scott en vez de ponerse serio ante un tema tan escabroso, decide hacer una especie de farsa en donde satiriza los comportamientos humanos, los excesos del poder, y el resultado es culposamente disfrutable.