La casa del miedo

Crítica de Nazareno Brega - Clarín

Temor a lo desconocido

Hace unos años, una película uruguaya irrumpió en Cannes y causó sensación a partir de una llamativa premisa: La casa muda era una de terror filmada en una única toma, con un presupuesto de seis mil dólares, sobre una chica y su padre encerrados en una misteriosa casa. No hacía falta ser un productor de Hollywood para darse cuenta que, con muy poquito, se podía realizar una rentable versión norteamericana.

La casa del miedo es esa remake, pero de entrada queda clarísimo que su bajo presupuesto no implica una chantada. Los cineastas y pareja Laura Lau y Chris Kentis ya habían demostrado en Mar abierto , donde trabajaron juntos como productora y director, que no es tan complicado hacer una gran película de terror con poca plata.

La sencillez de Mar abierto se repite aquí: se mantiene la tensión en un único espacio (una casa de veraneo en un lago) ocultando al espectador el momento en que el peligro se hace realidad.

La casa del miedo no está filmada en una única toma, pero igual transmite esa sensación de tiempo real gracias a los planos extensos que siguen a Elizabeth Olsen como si la cámara también la acechara.

Los cineastas aprovechan como pocos el fuera de campo. El terror surge de lo desconocido, de lo que no se ve y se esconde en la oscuridad. La protagonista con su linterna recuerda a El proyecto Blair Witch , pero enseguida queda claro que el encierro forzado en una casa puede ser más espeluznante que errar por el bosque. Y un tenue ruido que quiebra el silencio causa más escalofrío que cualquier grito desesperado.

Este juego de sutilezas propuesto por los directores expone la resolución burda del tercer acto de la película. El conflicto se esclarece con la sorpresiva irrupción de esa moralina que, en el mejor de los casos, el cine de terror sabe dosificar a lo largo de todo el relato. Así, sin lugar para ambigüedad alguna y poniendo el foco sobre el costado más oscuro de las relaciones familiares, La casa del miedo desecha ese terror insuperable que se produce por el miedo a lo desconocido.