La casa del miedo

Crítica de Lucas Rodriguez - Cinescondite

Detrás del éxito de Open Water, aquella tensa película en tiempo real estrenda en 2003, estaba el dúo de Chris Kentis y Laura Lau que, con ningún pelo de tontos, importaron el éxito más resonante de la historia cinematográfica de Uruguay y la adaptaron sin mucha pena ni gloria para la platea norteamericana en Silent House. La misma se revela como un refrito que arregla un par de cosas de la original pero que sigue siendo incoherente y vacía en contenido una vez terminadas las desventuras de la protagonista.

Inteligentemente editada para que asemeje a una toma continua de casi 80 minutos, la película se apoya en este poco recurrente formato para tranmsitir miedo en tiempo real al espectador y sentir en carne propia las mismas vivencias que la joven e ingenua protagonista. La casa misma es una gran protagonista; una mansión costera vieja, decrépita, venida a menos, sin electricidad, cayéndose a pedazos y cerrada a cal y canto: una escenario ideal para este tipo de propuestas. Técnicamente es irreprochable la tarea de los directores, porque encontraron una locación tétrica y le sacaron el jugo a esas habitaciones oscuras y húmedas; cada sonido, cada paso, cada movimiento se siente real y amenazador, y la sensación de desasosiego se va incrementando a medida que corren los minutos y la posibilidad de un escape decrece.

Silent House está potenciada en gran manera por el protagónico de Elizabeth Olsen que, a diferencia de Florencia Colucci en la original, está más sosegada y no recurre tanto a la sobreactuación, haciendo su papel mas creíble y, de alguna manera, más entendible en su accionar. Eventualmente, la prueba de fuego de dicha propuesta es sin lugar a dudas el guión, el desenlace de esta historia que divide aguas y casi siempre son más los detractores que los defensores. En reconocimiento de la remake americana, el confuso final uruguayo tiene un poco más de sentido y explicación en este segundo acercamiento, pero aún así se siente como una oportunidad desperdiciada y una salida demasiado facilista a una trama que apuntaba a un poco más.

Algunos tomarán al final como una traición por sobre la premisa y el truco de filmación. Muchos se encontrarán un poco extrañados por la manera en la cual la película se resuelve, ya que hay un punto y aparte después de que la gran sorpresa es revelada. Gustará o no gustará, pero en Silent House hay unos cuantos buenos sustos (aunque de manual) con un competente elenco, y una idea que vale la pena revisitar o descubrir por primera vez.