La casa de los conejos

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

La nena que quería una vida normal

La Plata, 1975, faltan seis meses para el Golpe de Estado y en la Argentina ya se respira el terror. Más aún en la vida de Laura, una nena de 8 años, que mientras desayuna una tostada con dulce con la ropa del colegio, a su lado mamá y sus amigos preparan las armas con las que harán un acto de resistencia. La directora Valeria Selinger, realizadora argentina residente en París, se basó en el libro de Laura Alcoba “Manèges, petite histoire Argentine”, para llevar a la pantalla grande una historia real ocurrida en una de las ciudades más vapuleadas por el terrorismo de Estado. Pese a que fue demasiado subrayado el estereotipo de los civiles de Inteligencia, Selinger se las ingenió para mostrar la vulnerabilidad de una niña como Laura, que apuesta a seguir jugando, aunque de pronto ese juego es hacer que su vida parezca la de una niña normal, para que nadie sospeche que su madre (excelente actuación de Guadalupe Docampo) es la misma que sale en la tapa de los diarios bajo el título “Se busca mujer peligrosa”. De pronto la niña y su mamá irán a vivir a una casa en la que habrá una jaula de conejos como pantalla de un escondite donde se imprime “Evita Montonera”, un periódico prohibido, claro. Ese lugar es el centro de operaciones de la clandestinidad. Todos y todas saben que la vida está en juego, menos Laura que juega de verdad, que no advierte el riesgo de muerte, por qué no sabe de qué se trata esa palabra. Para reflexionar sobre el sinsentido de dar ciertas batallas.