La casa de Argüello

Crítica de Nicolás Pratto - Funcinema

MEMORIA COLECTIVA

El olvido es un concepto que atormenta, en algunos casos incluso más que la muerte. La imagen del artista que mediante su obra se empeña en trascender más allá de su vida. O como bien representa Coco (2017), los seres queridos se desvanecen cuando ya no viven en nuestra memoria, y recordando “te llevo en mi corazón y cerca me tendrás”. ¿Pero qué hay del olvido en vida?

La casa de Argüello es un documental autobiográfico de Valentina Llorens, quien recompone aquellos espacios en blanco de su infancia, reconstruyendo no sólo su identidad sino también la de su familia. Familia que en 1975 sufrió el secuestro de sus tíos y madre, por parte de las Fuerzas Armadas, previo al Golpe de Estado. Su nacimiento en cautiverio y el exilio de sus padres, siendo criada por su abuela, Nelly, una persona simpática y lúcida para su avanzada edad.

El documental inicia a principios del 2000, cuando Valentina realiza un viaje, visitando a su abuela. Charlas familiares, profundizando en recuerdos que a la abuela Nelly la regresan a los momentos más tristes de su vida, pero como bien dice ella: “Con un ojo lloramos, y con el otro reímos”. La desaparición de dos hijos, encarcelación de otro y la crianza de su nieta, en base de “justicia y amor” que, según ella, era ser subversivo en aquellos años. Lo filmado, se editó y se guardó como un recuerdo de viaje. Tal como dice la directora en off: “No había plan de rodaje ni guión”. La cámara en mano es testigo de la improvisación de lo documentado.

Doce años después, lo que parecía un diario de viaje toma identidad de documental, cuando una noticia shockea a la familia Llorens. Encontraron los restos de Sebastián y María Llorens, cambiando la carátula del expediente de “Desaparecidos” a “Asesinados”. Instintivamente, Valentina vuelve a filmar, esta vez con más experiencia técnica, habiéndose dedicado a cine y publicidad. Documenta el entierro y las emociones encontradas, no sólo de su abuela, sino que ahora de su madre (Fátima) e hija (Frida). La historia de la casa de Argüello, lugar donde la abuela Nelly crió, no sólo a Valentina, sino que además recibía a infantes con la misma situación de desarraigo de sus padres. Lugar que fue dinamitado, en palabras para que entienda Frida: “Vinieron hombres malos que no les gustaba nuestra casa. Y explotaron la casa, por suerte no estábamos ahí”.

Valentina Llorens explora la historia de su familia, su identidad, llenando aquellas piezas que faltaban en el rompecabezas. Piezas que no representan un contexto grato, pero sí verdadero. Una verdad que atraviesa a cuatro generaciones de su familia, la sufrida, la explorada y la que mantiene lo transmitido. Un documental de historias íntimas, causado por un dolor que afectó a todas las familias en mayor o menor medida. Cuyas historias contribuyen al recuerdo, la memoria colectiva, para que este no vuelva a ocurrir.