La carrera de Brittany

Crítica de Paula Vazquez Prieto - La Nación

La decisión de contar la historia de una veinteañera simpática y con sobrepeso que un día decide correr la maratón de Nueva York representa todo un riesgo para una ópera prima. Pero el director y guionista Paul Dawns Colaizzo se enfrenta a los ojitos acusadores que enjuician toda fábula de superación y sale bastante airoso. Su Brittany encuentra en la pérdida de peso y la meta autoimpuesta de la carrera apenas una excusa salir de una vida que no quiere del todo, para usar el humor a su favor y ya no como defensa. Es en esa perspectiva, en la que cada cuadra recorrida representa un triunfo, en la que los nuevos amigos resultan aliados, que la película halla sus mejores momentos, con diálogos agudos y complicidades divertidas.

Hacia el final de la historia, Colaizzo nos asegura que el peligro siempre se aloja en la peor versión de uno mismo. Y salvo alguna lección de vida explícita y el coqueteo innecesario con la épica de cine deportivo, la película consigue ser fiel a su personaje, tratarlo con ternura y empatía, sostener la comedia hasta las últimas consecuencias. Y parte de su gracia se la debe a la presencia de Jillian Bell, hasta ahora actriz secundaria de comedias como Rough Night (2017) y guionista de varios episodios de Saturday Night Live. Su manejo del ritmo en los diálogos, la soltura para ser querible en el llanto y comprendida en la mezquindad, es lo que hace humano a su personaje y nunca la convierte en la moraleja de cartón que podría haber sido.