La cárcel del fin del mundo

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

El lamento en las sombras

Documental de Lucía Vassallo, sobre el penal de Ushuaia.

Fin del mundo, principio de todo. Una cárcel que funciona como eje, motor de una ciudad, donde el frío, la hostilidad y, sobre todo, estar confinada al límite sur del continente la transforma en un buen punto para una opera prima.

Y hacia allí fue la directora Lucía Vassallo, que muestra las entrañas de un presidio que funcionó entre 1904 y 1947 y, desde mediados de los años ‘90, alberga museos. La cineasta, al comienzo, se enfocó en registrar una obra teatral que dramatiza la vida en el penal. Pero las malas palabras y exageraciones actorales son un paso en falso para un documental de alto calibre.

El penal de Ushuaia tuvo a presos tristemente célebres en sus celdas como Cayetano Santos Godino (El Petiso Orejudo), Mateo Banks (el primer multihomicida argentino) o el anarquista Simón Radowitzky, entre otros. De cada uno de ellos, La cárcel del fin del mundo traza un completo perfil de época. Con documentos y el exhaustivo análisis de Carlos Vairo, el actual director del museo del ex presidio, que viaja de archivo en archivo y no deja textos sin revisar ni cotejar.

Los espantosos tormentos (extracción de uñas, por ejemplo) son contados en base a relatos reales extraídos de diarios, fragmentos de cartas y declaraciones de internos que pasaron entre 1920 y 1940. Este documental por momentos es fantasmagórico, las antiguas fotos, recortes de diarios y hasta imágenes de video se montan con puestas escenográficas que amplifican el aspecto lúgubre del presidio. Una cámara temblorosa, pero un firme, original y logrado trabajo de guión -el título de esta nota es un extracto de ello- se sostiene por una atrapante voz en off.

El microclima intimista que logra La cárcel del fin del mundo, con el ruido del viento siempre presente, sufre una ruptura con las declaraciones (mano a mano o en reuniones) de familiares del entorno de la penitenciaría. El toque de color lo ponen Los Presos, el equipo de rugby que patea la ovalada hasta el fin del mundo.