La cárcel del fin del mundo

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Fantasmas del pasado

Apenas una semana después del estreno de Al fin del mundo, de Franca González, llega al Gaumont otro film cuyo eje está en la inhospitalidad y la gelidez de la isla de Tierra del Fuego. Dirigida por Lucía Vassallo y estrenada en el Festival de Mar del Plata del año pasado, La cárcel del fin del fin mundo es una suerte de viaje guiado por Carlos Pedro Vairo, director del Museo Marítimo y Presidio de Ushuaia, por la historia de aquella ciudad, uno de los actuales emblemas turísticos australes, pero que durante fines del siglo XIX y la primera mitad del XX funcionó como albergue de ladrones, asesinos y presos políticos de diversa calaña.

Vasallo reconstruye la Historia a través de la historia. Esto es, a través del testimonio de los familiares de los carceleros, investigadores y expertos, además de diversas cartas escritas por los presos. Más allá del poco riesgo formal y el formato televisivo, el film se sigue con interés por aquellos elementos subrepticios que irán develándose durante la poco más de una hora de duración. Así, la vinculación entre el pasado y el presente, la tensión entre una sociedad dispuesta a esconder bajo la alfombra -o a más de 3.000 kilómetros de la ciudad- a aquellos elementos que ella considere conflictivo y el peso del legado se conjugan en este correcto documental que, sí, no es de lo mejor que se ha visto en el año, pero que muestra una historia muchas veces invisibilizada.