La canción de París

Crítica de Martín Badell - EscribiendoCine

Aquellos buenos viejos tiempos

La canción de París (Faubourg 36, 2008) es el nuevo musical del director y guionista de la aclamada Los coristas (Les choristes, 2004), Christopher Barratier. El realizador se juntó nuevamente con el actor Gérard Jugnot, y con los músicos Frank Thomas y Reinhardt Wagner -de quienes tomó la idea original para este largometraje-, para rescatar las canciones, los rincones y los personajes de la convulsionada París de los ’30.

Este drama épico cuenta las historias de un grupo de trabajadores de un famoso teatro de music hall, el “Chansonia”, a partir de un homicidio en el conocido barrio obrero, Faubourg, que da el título original a la película.

Con una mirada poética, melodramática y hasta naive, el film narra las dificultades de los protagonistas en el convulsionado momento histórico que precedió a la Segunda Guerra Mundial. Alejado de un verosímil realista, Barratier construye una historia donde la puesta en escena y la música endulzan sutilmente un contexto social de pobreza creciente y de surgimiento de posturas extremas. Su bien cuidada fotografía y sus bellos planos generales de importantes decorados –recreados en Praga-, y su emotiva música, melancólica epopeya, intenta evocar un pasado de fábula quizás demasiado idealizado.

Finalmente, el resultado es un musical que a muchos tal vez les recuerde otros films más exitosos como Moulin Rouge (2004), de Baz Luhrman, o la más reciente, La vie en rose (2007), de Olivier Dahan. La canción de París posiblemente no llegue a impresionar al espectador tanto como las anteriores, pero ciertamente hará pasar un grato momento a más de uno, en especial, a todos aquellos amantes de la chanson françoise.