La canción de París

Crítica de Jorge Bernárdez - Subjetiva

La fiesta parisina

Paris era una fiesta en 1936. El Frente Popular ganaba las elecciones y el presidente Léon Blu le daba vía libre a una serie de exigencias de los movimientos obreros. En el medio de ese clima, el de music hall, el “Chansonia” está pasando por una época pésima y su dueño no tiene más remedio que vender.

El administrador descubre que su mujer, que es la atracción principal del lugar, lo engaña a la vista de la compañía. La noche de último día del año, se suicida el dueño (antes firma el documento de venta) y el administrador descubre las infidelidades de su mujer. Lo que sigue es la crónica de la caída del teatro y de Pigoil (Gérard Jugnot), su administrador.

Una vez cerrado el lugar, llega la autogestión y un grupo de trabajadores en el paro reabre el teatro. al comienzo todo anda bien pero lentamente el fervor del público cae y lo que es peor la estrella que surge del show una cantante llamado Douce es contratada por un productor importante y los abandona.

Con un tono que no se decide entre el melodrama y la comedia, La canción de París es una película menor pero simpática, que trae el regreso de Pierre Richard, aquel de las grandes comedias de los ´70, y un elenco sin fisuras.