La canción de las novias

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

Parece que los años en que criticar las tradiciones religiosas y diferencias culturales se consideraba un tema tabú, pasaron a la historia.

La Canción de las Novias, segunda obra de la directora y actriz francesa, Karin Albou (La Pequeña Jerusalem) usa como contexto histórico la invasión de los nazis en Túnez para explorar temas muy delicados dentro de la cultura de los países de Medio Oriente, como lo son las diferencias ideológicas, religiosas y culturales, y a la vez para criticar algunas prácticas ortodoxas, que aún hoy son comunes, y que implican costumbres misóginas, donde las mujeres terminan siendo víctimas de la sociedad.

Túnez 1942, Myriam y Nour son dos amigas íntimas. Ambas tienen 16 años y sus padres quieren casarlas. Myriam vive con su madre Tita (la propia Albou), ambas emigrantes francesas judías, en un barrio pobre de la ciudad, mientras que Nour, su vecina, es hija de una ortodoxa familia musulmana. Sin embargo, esto poco influye en la relación de ambas. Túnez es una colonia francesa, y los tunecinos quieren la independencia. Tita es despedida de su trabajo como costurera, por lo tanto, necesita que Myriam se case con Raoul, un aristocrático médico tunecino judío para sacar adelante a la familia. Mientras tanto Nour quiere casarse con Khaled, su primo, pero su padre no aprueba el compromiso, porque el joven es desocupado. Cuando los nazis ocupan Túnez, Khaled trabaja como informante de la SS. Los nazis imponen un impuesto para que los judíos se queden en tierras tunecinas, por lo que solamente si Raoul lo paga por ellas, Myriam y Tita se pueden quedar, y eso solamente puede pasar si Myriam se casa con él. Al mismo tiempo, Khaled le llena la cabeza a Nour para que abandone a Myriam por ser judía.

Más allá del retrato histórico, la directora explora el lavado de cerebro y la discriminación, nacionalidad, situación económico – social, religión y sexo. Sin salir del humilde barrio donde sucede la mayor parte de la historia, la asfixia, la iniciación sexual, la amistad son puestos en cuestión, a través de la demostración de ritos en forma detallada, que llevan al espectador a compartir el sufrimiento de los personajes.

La tensión sexual y la pérdida de la virginidad impuesta por la sociedad, y sobre todo la falta de libertad e independencia de Túnez, sirven como metáfora de las restricciones a las mujeres con las de una ciudad sometida por dos bandos hegemónicos.

La reconstrucción histórica es precisa pero no ambiciosa, sino moderada. No se trata de una superproducción histórica de Hollywood. La fotografía fría, oscura transmite ese clima asfixiante, que la directora efectivamente pretende recrear. El vestuario, es fundamental para entender la transformación de comportamientos de las mujeres, la importancia que tiene para definir cuando se rompen barreras sociales, y barreras generacionales. El pasaje de la chica a la mujer. La mujer que según, la cultura, debe convertirse en madre, esposa, súbdita de un hombre que no ama.

Los climas son eficientes, la tensión constante, y la película alcanza tener un buen ritmo, la narración es atractiva y atrapante la mayor parte del relato, tratando de que la carga dramática no caiga en golpes efectistas de lacrimogenia fácil, mas sí tiene algunos puntos bajos, pero que no resultan forzados.

Si bien en los últimos minutos toma una posición conciliadora un poco inverosímil, la película es una obra cargada de simbolismo que da pie a reflexiones y discusiones.

Las interpretaciones de las jóvenes Lizzie Brocheré y Olympe Borval, como Myriam y Nour respectivamente, elevan el nivel de la película de Albou.