La cacería

Crítica de Juan Campos - Loco x el Cine

La mentira es una bola de nieve.

Lucas (Mads Mikkelsen) es un hombre con dos caras, pero no en el mal sentido. Por un lado debe aparentar la felicidad frente a los chicos que cuida en la guardería en la que trabaja, pero por el otro tiene que enfrentar la soledad, la depresión y, a su vez, una lucha por la custodia de su hijo adolescente con su ex mujer. En este contexto, una nena, la hija de su mejor amigo, desliza una acusación aberrante contra Lucas, fundada apenas en confusión y algo de resentimiento ante ese hombre al que inocentemente ama. Así, las palabras de la chica formarán una bola de nieve que irá creciendo y creciendo hasta convertir a Lucas en un paria dentro de la ciudad en donde vive, sin posibilidad de defenderse. Porque ahora no importa que incluso Klara (Annika Wedderkopp) la nena que lo acusó al principio, diga la verdad. Él es el pedófilo y ella solo está confundida por el shock, o al menos, eso es lo que quieren creer todos.

Thomas Vinteberg es uno de esos secretos a voces que siempre circulan entre los cinéfilos. Es un tipo extremadamente famoso dentro "del ambiente" (junto a Lars Von Trier fue uno de los padres del Dogma '95) y, aunque no aparezca en los créditos, es el responsable de La Celebración (Festen, 1998), una de las piedras fundacionales del estilo. En los últimos 15 años, Vinteberg demostró versatilidad en su cine, e hizo desde dramas complejos y hasta comedias livianas, pero siempre con un estilo marcado. En La Cacería (Jagten, 2012) el director vuelve al drama más trágico: el inevitable y, a su vez, evitable. El prejuicio y la mentira son las protagonistas de esta película brillantemente protagonizada por Mads Mikkelsen, que transmite desde su voz y sus gestos la indignación pasiva que siente por la situación en la que vive, mientras vemos cómo un caldero a presión está a punto de estallar en su interior.

La sociedad y la cultura danesa vuelven a ponerse en la vidriera desde los ojos de Vinteberg, que marca el ritmo del costumbrismo del país escandinavo, desde las borracheras completamente avaladas hasta la cacería, un tema que en la película se toma tanto de forma literal como merafórica: A Lucas le gusta cazar ciervos, y a su vez, Lucas es cazado pero por su entorno más cercano, sin posibilidad de defenderse, sin chance de explicarse.

La Cacería es desesperante. Logra generar empatía e indignación a la vez, y nos obliga a ponernos del lado del "malo", ya que, bueno, solo nosotros y Lucas tenemos la seguridad de su inocencia. Nosotros somos los que nos paramos delante de él y, a la vista de todos, defendemos al pervertido. Porque los chicos no mienten.

@JuanCampos85