La cabaña del terror

Crítica de Jonathan Plaza - Función Agotada

El Ave Fénix

Cinco amigos se van de reventón a una cabaña en el medio de la nada, una vez ahí habrá música, alcohol, drogas, bailes sexys y un sótano secreto, pero luego de incurrir en ese lugar comenzarán a ser asesinados uno por uno, así como la fórmula manda. Si sumamos esa premisa al título con el que entra este film en nuestras carteleras, La Cabaña del Terror, hasta acá hasta un chico de 12 años podría decir "esta ya la vi", sin embargo, esa cabaña no es como las decenas que ya vimos, esos cinco amigos tampoco y lo que los perseguirá, lo que buscará cazarlos sádicamente, tampoco.

The Cabin in the Woods (título original de la obra) es diferente a cualquier otra y eso no sólo tiene que ver con su original premisa sino con la manera en que ésta es utilizada para diegetizar el metalenguaje presente en el film. The Cabin in the Woods es una radiografía de las estructuras del cine de terror de los últimos 40 años, tanto en su organización formal como en los valores morales que este tipo de cine buscó transmitir. El film fusiona orgánicamente su función literal (dándonos una cinta de terror sumamente disfrutable) con su función simbólica y desprendiéndose de esta última una función critica (social). Se podría decir que Drew Goddard y Joss Whedon en este film destruyen el cine de terror mostrándonos los hilos de la marioneta al igual que el mago enmascarado al revelar como están hechos los "trucos", pero lo hacen por un profundo amor al género que se nota en cada plano, en cada diálogo y en cada referencia metalingüística. Esta destrucción lleva en sí su propia antítesis, una fuerte idea de construcción y reinvención, una revisión que propone entender las razones de la estructura de este tipo de cine de terror dentro de un contexto sociocultural y trazando un paralelo entre esa cultura y la actual para mostrar que los estereotipos de aquella época ya no aplican y que, fundamentalmente, los enemigos han cambiado. A partir de estos cambios La Cabaña del Terror propone destruir casi todo el cine de terror de estos últimos 40 años y empezar de cero, esta destrucción es literal en la película y es una de las escenas más potentes que vi en el último tiempo. El respeto de Goddard y Whedon por el género es tan grande que ponen a los grandes personajes del cine de terror al nivel de la mitología y ésto, para los amantes del género y del cine en sí, va a ser tal vez lo más valorable de la cinta ya que este film (sin importar el género al que pertenece) al incurrir en una clasificación mítica plantea al cine como un arte en cuanto a la capacidad simbólico-representativa de una generación, algo que la industrialización y sobre todo el mainstream a veces pone en duda.

La originalidad del film causa que uno no pueda terminar de encasillarlo dentro de un género especifico (si es que hay necesidad de encasillar) y esto se debe a que trabaja un concepto casi de mamushka en donde hay una línea argumental (de terror y gore) dentro de otra línea argumental (de comedia y suspenso) y estas dos hacia el final van a unirse y estar a su vez dentro de una tercera, algo logrado de manera perfecta gracias al guión y el montaje.

Es imposible ver La Cabaña del Terror sin pensar en el cine y en el cineasta, así como dijo el Maestro Hitchcock, como gran "titiritero de las emociones de la audiencia", esto sin embargo, como ya he planteado es completamente orgánico al relato ya que hay una figura (coorporativa) que va a representar a ese titiritero y victimas que representarán al espectador (todo espectador es una víctima dada su condición inmovilizante frente a lo que ve en una pantalla), todo esto acompañado de un trabajo de cámara que no se limita a imitar un estilo sino que procesa el concepto de las puestas de cámara del género, muy buenas actuaciones, terror (porque aunque intenten sacarle rédito es un film de terror), gore en dosis abundantes, buenas dosis de humor y un trabajo de edición maravilloso sobre todo en la utilización del montaje paralelo.

La Cabaña del Terror es una enorme bocanada de aire dentro de un género que tocó fondo en el 2012 por la poca creatividad de sus propuestas, pero una vez más, debido a su condición regenerativa y la capacidad de reinventarse ha renacido de entre las cenizas como el Ave Fénix.