La cabaña del miedo

Crítica de Jonathan Plaza - Función Agotada

El misterio Eli Roth

En 2002 se estrenaba Cabin Fever, opera prima de Eli Roth que tuvo un reconocimiento que para mí aún resulta misterioso, elevando el film rápidamente a la categoría “de culto”. A raiz de su relación con Tarantino haría Hostel tres años después iniciando el corto reinado del torture-porn. ¿Que le vieron a Eli Roth? ¿Por que sigue dirigiendo películas como The Green Inferno o El Lado Peligroso del Deseo o produciendo cosas como El Último Exorcismo: Parte II? Hay enigmas que quizás es mejor no resolver.

Lo importante es que Cabin Fever era una película pésima, con una dirección bastante pobre y un desarrollo narrativo irregular. Dirigido por un tal Travis Z y apadrinada por el propio Roth llega la remake de aquel film. De manera impensada, la nueva Cabin Fever (que se estrena como La Cabaña del Miedo) logra ser aún peor que la original.

Se necesita cierto coraje o inconsciencia para realizar una película asi después de Tucker and Dale vs Evil (2010) o The Cabin in the Woods (2012), no sólo porque les hayan impugnado todos los chistes sino además porque ambas proponen una consciencia y amor tal por el género que reducen a esta a un ensayo exploratorio realizado por niños de diez años sobre una temática de la que no se tiene ningún tipo de conocimiento.

No hay nada rescatable en La Cabaña del Miedo, no hay un sólo motivo para ir a verla al cine.
La película se queda, al igual que la original, a mitad del terror y la parodia. Los personajes tienen una paquetería alarmante que sólo es superada por lo inconsistente del desarrollo de su accionar a lo largo del film. Si a esto le sumamos algunas de las actuaciones menos expresivas de la historia del género el combo es completo. He visto cosas peores cuyo objetivo era salir directo a vhs en los 80´s.

El puntapié inicial podría haberla emparentado con The Crazies (1973) de George Romero o The Bay (2012) de Barry Levinson pero ambos directores decidieron no tomarse en serio lo que contaban reduciéndolo a un sinsentido cuyo único objetivo es lograr un par de escenas gore que por su tibieza tampoco van a entusiasmar a los amantes de ese subgénero.

En fin, no hay nada rescatable en La Cabaña del Miedo, no hay un sólo motivo para ir a verla al cine y eso la hace perfecta para usarla de excusa para ir acompañado y estar 100 minutos a oscuras haciendo cosas más estimulantes.

Viéndolo en retrospectiva, quizás ese sea el fin último de todas las películas de Eli Roth.