La cabaña del miedo

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Terror que parece broma

La película de Travis Z relata con dudosa efectividad las terroríficas desventuras de un grupo de amigos que se van unos días al campo.

La cabaña del miedo es interesante por lo confusa que resulta la intención de su director Travis Z. Con cierta licencia, se podría afirmar que hay películas malas que son buenas; es decir, películas que parecen estar mal hechas a propósito, y esa autoconciencia las dota de alegría y de una ligera genialidad. Pero en este caso, todo parece una broma en clave de película de terror.

La cabaña del miedo es una remake de Cabin Fever, la película de 2002 escrita y dirigida por Eli Roth. La original es digna pero irrelevante, es más seria y dramática. En cambio esta remake deja la impresión de que se está riendo de sí misma.

Y si efectivamente todo está hecho a propósito como parece, entonces estamos ante una película pícara, irónica, que engaña al público, que va a buscar una película de terror, pero termina divirtiéndose.

La historia gira en torno a un grupo de amigos que se va unos días a una cabaña en el bosque.

Y desde que llegan al lugar comienzan a notar signos de rareza: un niño con careta de conejo, un tipo con la cara toda ensangrentada, una policía sexy con un ojo cocido, un perro como si estuviera rabioso que quiere atacarlos, entre otras cosas.

Algo les contagia una enfermedad que los hace escupir sangre hasta morir. Mientras los personajes pierden sangre, el director pierde el rumbo de lo que venía proponiendo.

Sin embargo, es este desborde lo que la hace interesante, ya que da toda la impresión de que Travis Z también se está riendo junto con los espectadores, y que permite que todo se vaya a la banquina porque la remake de una película gore de segunda, que se ganó una cierta fama de película de culto, no puede pretender otra cosa más que la risa y algún que otro momento reflexivo.