La botera

Crítica de Diego Lerer - Micropsia

Se estrena esta muy buena opera prima argentina –que compitió en el Festival de Mar del Plata– que se centra en la vida de una adolescente que vive en Isla Maciel y debe lidiar con problemas personales y familiares

Otra interesante opera prima argentina dirigida por una mujer, la película de Blanco cuenta las experiencias de Tati (Nicole Rivadero), una chica adolescente que vive en Isla Maciel, del otro lado del Riachuelo, frente a la Boca. Seca, seria, poco cómoda en su vida cotidiana, no se encuentra a gusto en la escuela y tiene una tensa relación con su padre remisero (Sergio Prina), con quien vive tras la muerte de su madre y quien prefiere pasar más tiempo bebiendo y mirando fútbol por TV que prestándole atención.

Uno de los sueños de Tati es trabajar como “botera” (manejar un bote que cruce el Riachuelo de un lado a otro transportando personas u objetos, un trabajo que hacía su padre) pero todo el mundo piensa que no es una tarea para chicas. Hasta que aparece un chico mayor que ella que, a regañadientes, acepta enseñarle el oficio. Ella acepta pero la conexión con él traerá otras complicaciones que, quizás, Tati todavía no está del todo preparada para manejar.

LA BOTERA es otro relato que se podría definir como “coming of age” en el que seguimos a una adolescente lidiando con sus primeras frustraciones de la edad y, también, algunos logros y alegrías. En el universo de barrio de clase obrera en el que transcurre la historia es claro que la vida de Tati es difícil y áspera (su aspecto varonil y su tono agresivo no le hace fácil hacerse de muchos amigos), pero lo que Blanco intenta contar tiene que ver, no ya con la posibilidad de escapar de ese ambiente, sino con hacerse cargo de lo que uno es y llevarlo con la frente en alto. Una película pequeña, realista y muy humana.