La bella y la bestia

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Christophe Gans es un personaje de esos que rara vez triunfa en la industria. Galo y con una reputación interesante, es conocido por su pasión por el cine oriental, de samurais y amante del terror y los videojuegos.
Hizo un par de films que podrían haber sido mejores (la adaptación de "Silent Hill" para Hollywood y antes, la intensa pero despareja "Le pacte des loups" -2001-que se volvió la película francesa que más recaudó desde 1980 en USA) y ahora le llegó el turno de animarse a un clásico, con todas las letras.
Es cierto que la versión original de "La bella y la bestia" es francesa. Si bien hay varias versiones similares, en 1756 fue publicada la más popular por Jeanne-Marie Leprince de Beaumont (aunque la de Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve es más antigua aún) y es la que sirve de base a este relato.
Tiene cierta cercanía con la popular de Disney, pero no hay que creer que van en la misma dirección. Tenemos un mercader, que tiene hijos e hijas y es viudo. Tiene dinero, pero una flota suya se pierde en alta mar y termina en la ruina.
Su familia no está acostumbrada a pasar apremios económicos y eso condiciona al hombre. Cierta noche, escapando de gente a la que uno de sus hijos le debe dinero (aquí hay un buen rol de Eduardo Noriega como villano), terminará misteriosamente en un castillo extraño.
Allí, conocerá a la Bestia (Vincent Cassel), quien lo ayudará a recuperarse y le dará riquezas para que vuelva a su hogar. Sin embargo, el anciano hombre de negocios cometerá un error infantil que sellará su suerte: le será permitido irse pero deberá volver para que la criatura decida que hacer con él.
Claro, hay aquí una doncella de por medio. Hablamos de Bella (Lea Seydoux, de lo mejor de la nueva generación francesa), la hija del mercader, una sensible y joven mujer, quien decide suplantar a su padre y sacrificarse a conocer al dueño de tanta riqueza.
En el devenir de su estadía en el castillo embrujado, descubrirá que la Bestia oculta secretos que podrían cambiar dramáticamente el curso de los eventos. El candor de la historia pura, se encuentra bien recreado. Hay una exquisita dirección de arte que acompaña y enmarca la trama, potenciando el costado mágico y sensual de la pareja.
Si, es cierto, se percibe cierta frialdad en los breves encuentros que comparten, pero Seydoux luce encantadora y logra sostener el interés del público en todo momento. Su magnetismo le da un plus a sus intervenciones. Casell aporta temperamento y complementa a su compañera con oficio. "La bella y la bestia" ofrece un entretenimiento intenso, colorido y casi barroco en su concepción. Buena ambientación, gran vestuario, banda de sonido a la altura, sólidas interpretaciones y una trama bastante más adulta de lo esperado en el título.
Quizás en el cierre, algunos excesos de CGI (alguna secuencia se vuelve indefendible) desluzcan un poco el resultado final, pero sin dudas no defraudará a quienes busquen una nueva y potente versión de este clásico.