La Bella y la Bestia

Crítica de Marianela Santillán - Proyector Fantasma

Ojos bien abiertos
Luego de mucha expectativa, llega a los cines argentinos La Bella y la Bestia, nueva adaptación cinematográfica -esta vez en version live action- del tradicional cuento francés, que Disney adaptara en versión animada allá por 1991.

La trama es bastante conocida, pero recordemos algunos detalles. En un imponente castillo, un principe francés celebra un baile, allí una mendiga aparece y ofrece una rosa a cambio de refugio, pero ante la negativa del príncipe, ella se devela como hechicera y lo convierte en una Bestia (Dan Stevens). Dicha maldición afecta también a los sirvientes reales, que son transformados en objetos (reloj, tetera, candelabro, etc). Antes de irse, la hechicera maldice la rosa, y le aclara a la Bestia que el hechizo sólo podrá romperse en el momento que él pueda amar a alguien, y que alguien lo ame, sin tener en cuenta su apariencia, antes que el último pétalo de rosa caiga y se seque.

Algunos de los aliados de Bella dentro del castillo: Din Don (Ian McKellen), la tetera Mrs. Potts (Emma Thompson), Lumiere(Ewan McGregor) y Plumette (Gugu Mbatha-Raw).

Pasa el tiempo, y ahora el film nos sitúa en Villeneuve, una pequeña aldea, donde todos los habitantes se conocen y donde todo es bastante rutinario. Allí se encuentra Bella (Emma Watson), una bella y brillante joven que ama leer y anhela conocer otras cuidades y tener nuevas aventuras. Bella vive junto a su padre Maurice (Kevin Kline), un relojero, hacedor de cajas musicales que se prepara para salir de viaje a vender sus creaciones. Una noche, mientras Maurice está cabalgando es acorralado por lobos, para huir acude al castillo, pero al intentar arrancar una rosa de su planta, la feroz Bestia aparece y lo toma prisionero. Bella es anoticiada de esto, y acude al rescate de padre, decidiendo tomar su lugar como prisionera de la Bestia, mientras los simpáticos sirvientes, ansían que ella sea la mujer, que finalmente rompa el hechizo.

Esta nueva versión de La Bella y la Bestia resulta no sólo conmovedora y atrapante, sino también visualmente impactante. Además, mantiene el espíritu de la versión de 1991, pero añade elementos y características que aportan frescura y acercan la historia aún más a nuestros tiempos. Algunos ejemplos son, la ultra mencionada -y para algunos controvertida- inclusión de un personaje gay como Le fou (Josh Gad), el secuaz de Gastón (Luke Evans), o bien la postura cercana al feminismo de la joven Bella; quien ama la lectura, y busca tanto su progreso como el de los demás aldeanos, y lo concibe más allá del matrimonio o de la idea de dependencia de un hombre.

Por otro lado, si bien el film apunta al romanticismo, también tiene muchos momentos de comedia, además de la inclusión musical -se mantienen las mismas canciones que en 1991, pero se agregan tres nuevas composiciones- y todo esto se combina de manera armoniosa y narrativamente correcta.

En cuanto a las interpretaciones, claramente Emma Watson es quien más se luce, aportándole a Bella no sólo una imagen enérgica y sensible, sino también divertida y compasiva. En resto del elenco es simplemente brillante, destacándose Luke Evans en su rol de villano narcisista; y teniendo como único punto flojo, la performance de Dan Stevens como Príncipe/Bestia, quien lleva su rol de forma correcta pero cuasi insulsa.

En síntesis, La Bella y la Bestia resulta una excelente producción tanto desde lo técnico y visual, como desde lo narrativo, por lo que genera el disfrute y entretenimientro tanto en niños como en adultos, a la vez que nos invita a pensar y reflexionar acerca de la diversidad.