La Bella y la Bestia

Crítica de Luciana Boglioli - La Capital

El hechizo de la fábula inmortal

Siempre es un buen día para mirar una película de Disney; la magia de sus historias, la espectacularidad de sus imágenes y la armonía de sus canciones lo convierten en una experiencia multisensorial. Así como ya pasaron por la pantalla grande las remakes de clásicos como “El libro de la selva”, “Cenicienta” y “Alicia en el país de las maravillas”, con personajes reales, esta vez, llegó “La bella y la bestia”, el filme estrenado en 1991 que cautivó a varias generaciones. El filme cuenta la historia de un príncipe que fue hechizado por una anciana convirtiéndolo en una bestia, así también como a sus sirvientes, a quienes convirtió en objetos animados. El hechizo sólo se rompe si la Bestia se enamora, pero no tiene todo el tiempo del mundo, sino que deberá ser antes de que caiga el último pétalo de una rosa, que conserva como un tesoro en el ala oeste del castillo. Si bien la historia es cautivante, esta versión no logra realzarla, sino que se torna muy lenta y la duración de 129 minutos es desmesurada, sobre todo si se tiene en cuenta que es un filme para niños. Así también su protagonista, la ex Hermione de la saga de “Harry Potter”, Emma Watson, no alcanza brillantez en su composición, como su talento le permitiría. ¿Los aciertos? La espectacularidad de los bailes, las canciones y la relación entre la “bestialidad” masculina y la delicadeza del universo femenino, exceden la nostalgia y hacen que este cuento de hadas reviva una vez más.