La Bella y la Bestia

Crítica de Guillermina Ramella - Función Agotada

Magia, amor, música y mucho color. Una mirada renovada para un clásico de Disney y un viaje en el tiempo hacia la niñez de muchos.

La historia de La Bella y la Bestia (Beauty and the Beast) es conocida por casi todos. Bella (Emma Watson) es la marginada de su pueblo, porque sabe leer y escribir pero principalmente porque es independiente. Esta independencia es la que juega un papel importante cuando decide tomar el lugar de su excéntrico padre (Kevin Kline), quien se encuentra privado de su libertad en el castillo de la Bestia (Dan Stevens). Enemigos primero, Bella y Bestia pasan de la desconfianza al amor. En su camino se interponen un pueblo enojado y un hechizo que, marcando el paso del tiempo con la caída de los pétalos de una rosa encantada, amenaza con llevarse la humanidad de Bestia para siempre.

La película dirigida por Bill Condon (Dreamgirls) se atreve a mucho más con respecto a su antecesora en dibujos animados del año 1991. Moderniza a Bella, quien asegura no ser una princesa, y se enfrenta a su egocéntrico pretendiente Gastón (Luke Evans), a la Bestia para defender a su padre y finalmente al pueblo entero. Plantea su película como un verdadero musical incorporando números musicales llenos de color, coreografía, letra y música pegadizas, producto del trabajo de los compositores Alan Menken y Tim Rice, quienes entendieron todo y supieron captar la esencia de la historia y aportar un poco más de magia. Condon decide ir más allá dentro de la historia, dejando ver parte del pasado familiar de Bella que no conocíamos, y dándonos un momento único entre ella y Bestia.

La nueva edición de La Bella y la Bestia se atreve a mucho más con respecto a su antecesora en dibujos animados del año 1991.
Emma Watson parece haber nacido para interpretar a Bella en la pantalla grande. También se destaca el trabajo de Dan Stevens como la Bestia, quien encuentra el punto justo entre la bronca que siente su personaje y el enternecimiento que le produce conocerla a ella. Otro tanto le corresponde a Luke Evans, representando a un Gastón que logra generar rechazo en cada aparición. La gran sorpresa, con una actuación sobresaliente, viene del personaje de LeFou (Josh Gad), el temeroso amigo y seguidor de Gastón que aporta el toque de humor que necesita la película para fluir como lo hace.

Lumiere (Ewan McGregor) y la Sra. Potts (Emma Thompson) resaltan dentro de los empleados del castillo que también se encuentran hechizados. McGregor le da vida a un Lumiere auténtico, fiel al original, que se destaca al interpretar Be our Guest, la canción que le cantan a Bella en su primera noche en el castillo, y una de las escenas más llamativas de la película. Por su lado, Thompson aporta a la figura materna que parece estar faltante dentro de la historia.

La Bella y la Bestia emociona. Logra ser un espectáculo visual con colores brillantes y con una historia que se renueva para ser mejor. Con la modernización acorde al 2017 y la esencia de Disney intacta, hechiza a los viejos conocidos y a los recién llegados por igual.