La ballena va llena

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

Epopeya artística

El colectivo Estrella del Oriente propone su proyecto más ambicioso, quizás el plan artístico más monumental jamás realizado: hacer un barco con forma de ballena que traslade inmigrantes convertidos en obras de arte al viejo continente. Este documental es el registro fílmico de dicha odisea que replantea el concepto de arte.

Los muchachos (Daniel Santoro, Juan Carlos Capurro, Juan "Tata" Cedrón, Pedro Roth y Marcelo Céspedes) se juntan en un café para debatir ideas acerca de la renovación que necesita el arte. El arte contemporáneo implica evidenciar el proceso de transformación y la experimentación con el cuerpo para realizar una obra de arte. La obra está en el proceso y no en el producto terminado. Por tales motivos el documental tiene la forma de un Making Off, mostrando a los camarógrafos y sonidistas en más de una oportunidad.

La nave como ellos la llaman, albergaría personas del Tercer Mundo que quieren ir Europa en busca de trabajo y no les permiten el ingreso por su condición. Sin embargo y paradójicamente, los museos del viejo continente albergan obras de arte de todo el mundo. El barco ballena solucionaría dos problemas: lograría la movilidad de ciudadanos de países emergentes en busca de un mejor futuro, y brindaría obras de arte contemporáneo a los museos más reconocidos.

El “gran” problema es la financiación del proyecto. La construcción de la nave costaría algo así como unos 300 millones de euros, una cifra similar al último salvataje del banco mundial para amortiguar la crisis financiera, dice uno de los auspiciantes interesados. La hipocrecía de los grandes referentes de arte del mundo se muestra en el interés en el proyecto pero en su negativa a materializarlo. Y no tanto por su elevado costo, sino por los problemas sociales que pone de manifiesto. Ahí entran en escena los cuatro locos (uno de los cinco integrantes del grupo se baja a mitad de camino) llevando la propuesta a los epicentros artísticos de Europa y haciendo presentaciones que provocan risas. En las conversaciones telefónicas, que recuerdan al doctor Tangalanga, está lo mejor del film que sabe tomarse irónicamente todo el asunto.

La Ballena va llena (2014) (la película no el proyecto) termina siendo la obra de arte contemporánea en sí misma. Mostrando el proceso, las contradicciones y la mutación de la realización de la obra artística. Y más allá del resultado, pone la discusión artística en primer plano, incomodando como cualquier otra reflexión artística contemporánea.