La ballena va llena

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

El arca del arte

A través de un proyecto casi inconcebible por su ambiciosa connotación, La ballena va llena narra las vicisitudes de un grupo de artistas que no permiten que nada ni nadie –ninguna crisis ni impedimento– les arrebate un sueño loco y aparentemente irrealizable. El colectivo de artistas Estrella del Oriente, integrado por reconocidos nombres –Juan “Tata” Cedrón, Marcelo Céspedes, Daniel Santoro, Juan Carlos Capurro y Pedro Roth, los realizadores del film–, están en principio persuadidos de que el concepto y el alcance de lo que normalmente se define como obra de arte se puede ampliar y redefinir. En la concepción de un proyecto de enorme envergadura artística que se mixtura con un intento solidario de una magnitud semejante, el film combina documental con situaciones recreadas ficcionalmente al narrar la excéntrica pretensión de un grupo incondicionalmente creativo. Ellos advierten que en Europa las leyes destinan importantes sumas de dinero a las obras de arte; entonces sostienen con legitimidad que se podría convertir a los migrantes en algo equivalente, para que no sean perseguidos ni deportados. Para lograr ese objetivo se proyecta la construcción de una suerte de crucero en forma de ballena que los contendría a la vez que sería la meca del arte mundial. Con casi imperceptible ironía y picardía y una gran perseverancia conceptual, el film analiza los sinuosos destinos de fondos y becas, entre la realidad y una virtuosa y reconfortante irrealidad.