La aparición

Crítica de Benjamín Harguindey - EscribiendoCine

Paranormal Actividad

Las mejores películas de horror explotan nuestros miedos más primordiales. Temor a la corrupción del inocente, a la pérdida de identidad, a la violación del hogar. Una buena película de horror sabe crear terror entorno a la revelación de lo desconocido. Las menos lúcidas sólo saben crear repulsión, haciendo pornografía de la mutilación del cuerpo. Y luego están las otras, como La aparición (The Apparition, 2012), que no tienen ninguna razón de ser, están escritas sin originalidad y son filmadas sin inspiración.

Comenzamos con un video casero de una sesión de espiritismo. Años más tarde, un grupo de universitarios busca replicar el experimento para demostrar la existencia de actividad paranormal. "Esto no es magia, es ciencia", dice uno de ellos, interpretado por Tom Felton. Quizás su agente leyó esa línea de diálogo y creyó que este era el proyecto ideal para que su cliente se alejara de su pasado como Draco Malfoy en el ciclo de Harry Potter. Su personaje es el Sr. Exposición de la película, explicando frente a cámara, fuera de campo, narrando en off, en modo flashback y por correo de voz todo lo que el mediocre guión es incapaz de mostrar.

Algo sale mal durante el experimento, y la película hace otro salto en el tiempo (nunca queda claro cuánto), siguiendo a uno de los universitarios, Ben (Sebastian Stan), y su novia Kelly (Ashley Greene). Más allá de los supuestos problemas financieros de la joven pareja, acaban de mudarse a una enorme casa suburbana en Palmdale, California, sospechosamente parecida a la de Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2009).

Pronto comienza el ya conocido ritual de los ruidos que se escuchan y el monstruo que no se ve. La puerta se abre. El escritorio se mueve. Manchas de moho se forman en las paredes, en el piso, en el techo. Kelly, la mitad sensata de la pareja, no quiere saber nada de casas embrujadas. "Nuestra casa es demasiado nueva como para estar embrujada," le asegura Ben. "No tiene ninguna historia".

Evidentemente hay una conexión entre el suplicio de Ben y Kelly y los dos prólogos, pero la inteligencia de la película no trasciende la del Sr. Exposición, que ya llegará para explicarlo todo. Mientras tanto, nos deleitamos con la música cavernosa que llena las pausas hasta que aparezca la más nueva mancha de moho, y Ben y Kelly miran objetos varios que no deberían estar donde les han encontrado. No hay ni miedo ni curiosidad, solo tedio.

La desidia de esta película es palpable. La epónima "aparición", sea lo que sea, no da miedo porque nunca constituye una amenaza concreta; es y hace lo que sea que el guión necesite que pase a su debido momento. La intuimos no por mérito propio sino por la cháchara del Sr. Exposición, que le infla como si recordara películas mejores. En efecto: cuando no se plagia Actividad Paranormal por necesidad, se plagia La llamada (The Ring, 2003) por aburrimiento. Samara Morgan (o Sadako, como prefieran) hace una gratuita aparición, gateando por el piso como si no supiera que le han robado de otro film.

El escritor/director Todd Lincoln habrá escuchado alguna vez que "se teme a lo desconocido" y decidió que con eso bastaba. Y Ben y Kelly, personajes sin pasado ni futuro cocinados para no trascender más allá de los confines del guión, podrán enfrentarse a lo desconocido, y temer el acorde de violín al final del crescendo, pero su audiencia ya conoce La aparición sin haberla visto.