La aparición

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

La aparición tiene la estructura de un policial tradicional, con la diferencia de que hay un enigma sin crimen ni policía. El que hace las veces de detective, en este caso, es un periodista, un corresponsal de guerra (el siempre creíble Vincent Lindon) a quien el Vaticano contrata para encabezar una comisión canónica que debe investigar la veracidad de una aparición de la Virgen en un pueblito de Francia. La que cumple el rol de sospechosa -sin haber cometido otro crimen que, en el peor de los casos, mentir- es Anna, una adolescente que dice haber visto a María en una colina cercana al pueblo.

Ocurre lo clásico: el detective recibe los antecedentes del caso y se traslada al lugar de los hechos, donde entrevista a la sospechosa y a su entorno (y en la habitación de su hotel instala la típica cartelera de las películas, donde clava mapas, fotos y demás indicios). Pero esta es una pesquisa fuera de lo común, y entonces todos esos clichés quedan neutralizados por el pintoresquismo del asunto, que nos sumerge en un mundo misterioso y poco transitado.

El procedimiento -narrado, como una novela, en capítulos- involucra a teólogos, psiquiatras, sacerdotes; además de interrogatorios, Anna debe enfrentar análisis médicos varios. Todo, en la búsqueda de comprobar lo incomprobable. Pero ese aparente absurdo, llevado al extremo y tomado con total seriedad, se torna fascinante. A esa fascinación contribuyen el magnetismo de Anna (Galatéa Bellugi) y ciertos personajes intrigantes de su entorno, como el cura que la protege y un fanático religioso.

Xavier Giannoli (El cantante, Marguerite) muestra la mercantilización de la fe, sin clausurar la posibilidad de que esa explotación parta de un fenómeno genuino. A pesar de su larga duración – dos horas y veinte- la película se sostiene por la tensión entre la búsqueda de hechos concretos del periodista y la pasión religiosa de Anna, que vive en un convento y quiere ser monja. ¿Está fabulando o dice la verdad? Es una lástima que, para el epílogo, el guión eche mano de algunas explicaciones que le quitan elegancia al asunto.