La Academia de las Musas

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Brillante documental de José Luis Guerín “La Academia de las Musas” (2015), una película en la que se bucea y reflexiona sobre la idea del amor en todas sus variantes. Con la excusa de registrar el trabajo de un profesor, Raffaele Pinto, en un grupo cerrado de estudio sobre Dante, el director propone un juego en el que la expectación es tan sólo el punto de partida para configurar sentido.
Técnica y visualmente rústica, con algunos audios y tomas bastante precarias, “La Academia de las Musas” no está tanto en la forma del documental, al contrario, su verdadero y mejor hallazgo, es en transitar cómo los personajes rodean al profesor mientras avanza en algunas definiciones potentes y lúcidas sobre el amor y otras cuestiones.
Pinto es un seductor nato, y a pesar de su calvicie y edad, consigue que cada una de sus alumnas quiera estar con él, es un poco eso de la proyección y del saber que suman, y esto aún sabiendo que está casado y comprometido con una mujer que triplica en edad a cada una de ellas.
Pinto debate con los alumnos, los llena de conceptos para que, de alguna manera, en ese ofrecer puedan construirse ideas sólidas no sólo sobre Dante, sino que el material de estudio, es sólo el impulsor de reflexiones y conceptos para que saquen sus propias conclusiones sobre la literatura, el romance, la pasión, etc.
Guerin se corre del virtuosismo que en otras oportunidades ha demostrado, para ofrecer un registro duro de las charlas, de los viajes, y principalmente de las confrontaciones que Pinto tiene con el mundo.
En ese choque, en ese debatir, “La Academia de las Musas” va construyendo un camino en el que la empatía con los personajes es inevitable, y en el que además somos invitados como testigos de aquello que tal vez no querríamos saber.
Y tras una discusión con su mujer, Pinto avanza en una aventura con una alumna, y entre esa primera impresión del docente, y luego su resurgimiento como Casanova, la construcción narrativa permite que se diluyan ciertas incomodidades.
La docencia, las musas, la inspiración, todo dispara puntos hacia lugares insospechados, todo es fuente de documento y de debate, en la intimidad en la Universidad, en la montaña, en el campo, la cámara acompaña a Pinto y sus musas.
La habilidad de Guerín es la de poder luego, dar sentido a las imágenes, escogiendo escenas claves que terminan por configurarlo a Pinto como el gran pensador que es, más allá de cualquier capricho que tenga. “La Academia de las Musas” es una película que envuelve, que suma, que interpela, que se arriesga y que trabaja por zonas que rozan el límite entre la ficción y el documental, haciendo justamente de esto, su principal virtud.